El camino de México
Marcelo Ebrard ya definió su futuro: crear una asociación denominada “El camino de México”.
¡Guau! Gran decisión y su asociación muy clara. Nada, diría el perro Bermúdez, resultó un tirititito.
La gran sorpresa de Ebrard es que no hubo sorpresas, quienes lo señalaron durante una semana como alguien tibio y que terminaría como su mentor, finalmente tenían razón.
Convoca a sus seguidores a formar una ONG y por supuesto, a entablar un diálogo por todo el país, va, mi abuela Juana diría: “Sonó bofo”, bueno, ella diría eso, yo en realidad creo que es timorato, sin carácter.
El líder de la 4T lo tiene bien medido, de eso no hay duda, sabe que le puede hacer de todo y Marcelito no se insubordinará.
En el mejor de los casos negoció algunas senadurías y diputaciones para sus allegados, incluso para él la coordinación en el Senado; en el peor de los casos se quedará como el perro de las dos tortas.
Ebrard se conoce bien, sabe que no tiene temple ni carácter para una verdadera rebelión, o en su caso, le tienen agarrado por algunas travesuras, ¿pará qué un circo de medio pelo?
Tan tirititito que ni siquiera su camino de México tiene interés por conformarse como un partido político. Para qué una organización sin fines, sin rumbo, sin un camino pavimentado.
El camino al que convoca Ebrard es uno que parece de rancho, lleno de pozos y empedrado, nada allanado.
No hay deslinde de Morena, pero tampoco reconciliación, no hay acercamiento con la oposición, pero tampoco juramento de lealtad; una reacción así le deja en el limbo, ni el cielo ni el infierno, queda como ánima pérdida.
Marcelo se desinfló, debo admitir que tenían razón quienes recordaban a su mentor Manuel Camacho Solís, quienes afirmaron seguiría la lección mostrada por su otrora líder.
El capital político que alguna vez tuvo queda en el bote del reciclaje, quien va a respetar a alguien con esos berrinches, pero tan poca testosterona como para sustentar con acciones lo expresado en sus dichos.
Hoy perdimos a Marcelo en la búsqueda de su camino rumbo a México.
El nombre de la AC convoca a filosofar, reflexionar, meditar sobre el futuro, eso está bien para la academia o los excluidos, no para quien asegura estar dispuesto a dar la batalla.
Queda por esperar que Claudia Sheinbaum lo reciba como al hijo rebeldillo, ni siquiera como al hijo pródigo, simplemente es el pequeño que se va una noche a dormir con la abuela luego de jurar que se iría de casa.
Después de todo es mejor que resuelva como lo hizo, habría sido terrible para la oposición, sea la alianza del PRIAN o MC, si éstos le hubieran acogido y a media campaña resulta que extraña a sus amiguitos y mejor se regresa a Morena.
Disculpará el lector el tono pueril de esta columna, pero, quien puede tratar con serenidad y madurez la reacción infantil de quien se dice estar preparado para liderar a un país con los problemas que tiene México.
Ebrard se queda en Morena sin estar incondicional a Morena, flaco favor le hace a quienes le siguieron hasta el final de su campaña.
Está padeciendo lo que pasa a quienes se lanzan a la guerra pero son pacifistas. Su carrera entra en un declive, no sé si en el ocaso, pero poco futuro le depara el camino a México.
Acaso será que aspira a la reelección en la CdMx, al fin de cuentas en 2016 nació la más joven entidad federativa y él fue jefe del extinto DF, lo que le puede dejar en condición de no reelección.
¿Será que eso es lo que negoció? ¡Una reelección disfrazada de nuevo puesto!
Su camino está trazado y esperemos el resultado al final de éste.