Confabulario

El cervantino: talento hay…

Lázaro Azar DETONA® Hay talento en el Cervantino pero la programación y las decisiones institucionales privilegian lo comercial sobre la calidad real
https://vimeo.com/1091444957

Este lunes 4 madrugué. No quería llegar tarde a la presentación de la edición 53 del Festival Internacional Cervantino que tuvo lugar en el Blanquito.

Una presentación que, felizmente, recordaremos por la vasta presencia femenina en el escenario: diez mujeres, flanqueadas por Igor RojiSecretario de Cultura de Veracruz que se ganó el respeto de cuantos constatamos el espléndido trabajo que realizó como Alcalde de Orizaba, y Romain Grecodirector ejecutivo del Festival, con una larga y probada trayectoria en estos menesteres.

Hubo solamente cuatro oradoras, lo cual se agradece.

La primera fue Claudia Curiel, cuya elocuencia impresionó a quienes todavía no la habían visto hablando en público. Glosó fluidamente en torno al contenido del festival, lástima que, al igual que su tocaya de Palacio Nacional.

Pecara de optimista al decir que el Cervantino es “sin duda, el festival más importante de América Latina y también es considerado uno de los tres festivales más importantes del mundo, de acuerdo a algunos archivos del Festival de Avignon”.

Sin duda, lo fue, y habrá tenido altibajos hasta la edición realizada en 2018, pero, de entonces a la fecha, la falta de referentes de Fraustita y marianita –así como su afán por hacer de todo cuanto tocaran una kermese pueblerina-, devastó el prestigio del festival.

Tan sencillo que hubiera sido precisar el tiempo verbal, decir “fue” y comprometerse a devolverle el prestigio que le mereciera tan buen ranking internacional.

 

Le sucedió la entusiasta intervención de Susanna Goshko, embajadora del Reino Unido y hasta ahí todo iba bien, de no ser porque hablaron las gobernadoras presentes y… ¡ay, Dios! Primero, la del estado invitado se echó varias perlas.

La mejor fue cuando aseguró que, para la exposición dedicada a Diego Rivera y su relación con Veracruz, prestarían “catorce obras completas”. Conociéndola, ¿se imaginan que le pidiera a alguno de los cárteles que traen a raya a la población de su estado, que hicieran pedacitos de ellas, como de tantos desaparecidos?.

No seré maestra jubilada ni “esa persona” a la que hasta el nombre le han arrebatado, pero, nomás de imaginarlo y, por poquito, ¡a mí sí me daba un infarto! Aunque, como atinadamente señaló Arturo Saucedo, no es tanto que Nahle pensara en fragmentarlas, sino que “la aclaración tiene mucho sentido, ante un público que está pendiente únicamente de sus moches”.

Su par guanajuatense tampoco salió incólume de su fervoroso discursi. Quiero creer que, en su caso, o no leyó bien –Silvestre “Revuelas”- o sus asesores no la instruyeron sobre cómo pronunciar ciertas palabras.

Afortunadamente para ella, el numerito de fusión celta-jarocho que puso fin al evento fue todavía más penoso, ya que más tardaron en empezar a tocar, que en propiciar la estampida del público que colmaba la sala.

En cuanto a la programación, veo muchas cosas de las que, por no ser mi área, no tengo la menor idea de “de dónde las sacaron”, y que han cacareado como “una apuesta fresca y contemporánea”.

En lo que se evidencia su valía, mis amigos guanajuatenses me han compartido su decepción ante una programación que ven floja y, de asistir, será como “jugar a la lotería” pues no ven nada “de primera fuerza”.

“El Cervantino se ha convertido, sin lugar a dudas, en un espectáculo de masas. No intenta reflexiones de pensamiento sino encantos visuales. Si en lugar de Julieta Venegas y Nathy Peluso hubieran encabezado la promoción del FIC los colectivos de mujeres indígenas o la DJ palestina Sama’ Abdulhadi, hoy habría noticia. Pero no, eligieron el camino del aplauso fácil, del nombre estable, del evento sin riesgo.

El festival ha pasado de ser un alimento cultural a una rocola de radio comercial… que venga Venegas, que venga Peluso, pero que también venga algo más…”, escribió Oscar Espinoza en sus redes.

Y en ello es en lo que más coincido.

Sí, habrá por ahí un par de eventos de primer nivel, como la London Sinfonietta o el montaje de Sun & Sea, esa ópera-performance que tanta atención ha generado a raíz de su éxito en la Bienal de Venecia, pero, hablando de algo que creo saber, y considerando que salvo por los deslices de invitar a estudiantitos de quinta durante la administración pasada, por el Cervantino han desfilado los mejores pianistas.

Y no solamente durante sus años dorados, en los que Doña Carmen Romano hizo de él un verdadero referente internacional-, ¿por qué encomendarle a un pianista de segunda línea el homenaje a Ravel, pudiendo haber invitado a Seong-Jin Cho o a Kun Woo Paik, célebres por tocar espléndidamente TODA la obra de este compositor en un solo recital? Eso, sí habría sido memorable.

Y si bien la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato será quien lave la cara en ese rubro al festival, pues invitó al gran Alexei Volodin a tocar el Tchaikowsky para su concierto en el Teatro Juárez, sus músicos deploran que se les emplee como relleno para la presentación “sinfónica” que tendrá en la Alhóndiga “una artista popera con voz de hueva”.

Lamentablemente, las quejas van más allá de quién viene o quién no, espacios como el Auditorio de Minas se han perdido y fueron sustituidos por otros, como el templo del Señor Santiago Apóstol, en Marfil, que no ofrecen las condiciones acústicas para disfrutar de un concierto.

Los cuestionamientos no se limitan a las sedes, también a los días elegidos.

Estoy de acuerdo con que no hay que dejar al público local sin eventos importantes entre semana, pero, el público de fuera, el que lleva la derrama económica al Estado durante los fines de semana, mira con pesar que dos de los conciertos más atractivos, el de la Deutsche Kammerphilharmonie Bremen y el de Javier Camarena, vayan a realizarse en martes.

El saturadísimo diseño de la imagen del festival de este año ha sido, también, muy criticada. Tirios dicen que es feísima, y troyanos señalan que se ignoró al talento local.

“durante varias ediciones, se convocaba a estudiantes de la Universidad de Guanajuato para enviar propuestas, y el ganador no sólo recibía un premio en efectivo: ganaba un lugar en la historia visual del Cervantino.

Dicen con solemnidad que ‘el Cervantino siempre será de Guanajuato’, pero lo planean en la Ciudad de México, como si Guanajuato fuera apenas escenografía. Como si aquí no existieran artistas, diseñadores, ni ideas. Sólo calles bonitas para venir a montar sus fierros”.

En eso no estoy del todo de acuerdo.

Por darle juego al “talento local”, el público cervantino tuvo que chutarse durante muchos años a agrupaciones como Los tiempos pasados o Los leones de la sierra de Xichú, que veíamos hasta en la sopa y lejos están de ser aquello extraordinario que se espera en un festival. Pero no todo son quejas.

Celebro que este año se restablecieron las colaboraciones con el INBAL y la UNAM.

El primero se hará presente con la ópera Elektra, la Orquesta de Cámara de Bellas Artes y el homenaje a Emilio Carballido en el centenario de su nacimiento; la segunda enviará lo que queda de la orquesta Eduardo Mata.

La participación de un Consejo de Programación, tan contundente en el ámbito de la música contemporánea como discutible en el de la música clásica, brinda la posibilidad de que, como en Fuenteovejuna, se diluyan culpas y responsabilidades.

La voluntad por enmendar el camino, es evidente. Aunque, por encima de la buena voluntad, hay un refrán que nos recuerda que “el camino del infierno, está plagado de buenas intenciones”, y si no hay con qué, va a estar muy difícil recuperar el rumbo.

Sobre todo en estos momentos, cuando por el cuestionamiento que emitió el PRI a la reestructuración de la Secretaría de Cultura, me entero que ésta recibió “el presupuesto más bajo en la historia del sector” y así, ni cómo. Bien decía aquél chiste de Pepito.
“talento hay, lo que nos falta es dinero”.
https://vimeo.com/1015118818
https://vimeo.com/1089261994
https://vimeo.com/1091496933
Lázaro Azar

Discípulo de Nadia Stankovitch desde 1989, Lázaro Azar Boldo inició sus estudios pianísticos, guiado por Gloria Quijano en Campeche, su ciudad natal. Posteriormente, fue tutelado por Carmen Pérez de Palma y Luz María Puente de Osorio. Ha participado en cursos de Perfeccionamiento Pianístico y Masterclasses impartidas por Bernard Flavigny, Paul Badura~Skoda, Cyprien Katsaris, Gyorgy Sandor, Jörg Demus, Jorge Federico Osorio, Arie Vardi, Eva María Zuk, Edith Picht~Axenfeld y Jean~Paul Sevilla. Ha realizado coberturas especiales desde España, Francia, Alemania, Holanda, Hong Kong, Bélgica, Colombia, China, Polonia, Egipto y los EEUU. Sus escritos han sido publicados en revistas especializadas como Pauta, ProÓpera, SOLAR, 24xsegundo y L’Orfeo. Varias de sus crónicas y artículos aparecen en las antologías dedicadas a la Música y la Ópera editadas para conmemorar los 70 años del Palacio de Bellas Artes.