La hoja de la caridad

Desde el periodismo podrido en sus raíces financieras, los medios de comunicación no ofrecen solidaridad, humanismo ni empatía.

Se preocupan por los ingresos. De la venta de los espacios y las entrevistas de los columnistas comisionistas. 

Manipulan a la audiencia. Someten al escrutinio de la falsedad a la opinión pública. Sálvese quien pueda. Nos vemos en el cristal empañado de la locura. La banalidad, el reino de las estúpidas reacciones a lo efímero e intrascendente.

Cada vez menos la ola de la razón impulsa los nobles sentimientos. Por eso proponemos ante la ceguera, la solidaridad.

Apoyar a quienes sufren en el día a día, para lo necesario. el alimento, la casa, la salud o el estudio.

Algunos medios españoles, despliegan esta hoja dominical, donde los filántropos y benefactores, de manera anónima, hacen suyo el apostolado de la necesidad.

Nuestra nación mexicana cruza el pantano de la ceguera. Las fundaciones culturales de algunos medios solo funcionan de escaparate, para exención del pago de impuestos al gobierno federal.

Nuestra hoja de la caridad le debe al comedor de los pobres de María Goretti. A las ciento de familias migrantes en las esquinas de los cruceros. A los sin hogar, enloquecidos por el alcohol y las drogas.

La pesadilla nos parte en dos. En quienes hacemos y quienes voltean el rostro. A esos periodistas lisonjeros, a los de las quintas infames y barcos con nombres de mujeres.

El buen periodismo es la caridad. Bonhomía y compromiso social con quienes menos tienen. No solo buscarles cuando son actores de la nota roja.
Gerson Gómez

Morelense de cepa Regiomontana. LCC con especialidad periodismo (UANL). Doctor en Artes y Humanidades (I.C.A.H.M.). Tránsfuga de la mesa de redacción en diferentes periódicos como El Diario de Monterrey, Tribuna de Monterrey, y del grupo Reforma en el matutino Metro y vespertino El Sol. Escort de rockeros, cumbiamberos, vallenatos y aprendices al mundo de la farándula. Asiste o asistía regularmente a conciertos, salas de baile, lupanares, premieres, partidos de fútbol y hasta al culto dominical. Le teme al cosmos, al SAT, a la vejez y a la escasez de bebidas etílicas. Practica con regularidad el ghosting. Autor de varios libros de crónica como Hemisferio de las Estaciones, Crónicas Perdidas, Montehell, Turista del Apocalipsis, Monterrey Pop y Prêt-à-porter: crónicas a la medida.