La negligencia de MORENA condenó a México a ser el Cártel más grande del Mundo
La reciente ola de violencia de alto impacto en la Ciudad de México, cuyos ejecutores son abrumadoramente jóvenes, no es un fenómeno aislado.
Es la trágica manifestación de décadas de abandono estatal y de una política pública errática que, en el mejor de los casos, ha sido simplista, y en el peor, una abierta negligencia.
En 2023, el prestigioso investigador Rafael Prieto-Curiel del Complexity Science Hub, y asesor en la OCDE y el Banco Mundial, detonó una bomba de datos.
Su investigación concluyó que el crimen organizado empleaba a casi 200 mil personas, colocándose en el top 5 de empleadores en el país.
Ante la elevada mortalidad de sus filas, esta gigantesca estructura demandaba la incorporación de cerca de 400 nuevos reclutas semanalmente, siendo la juventud el principal objetivo de su siniestro mercado laboral.
Esta tesis no solo exhibió la debilidad del Estado frente al desafío de la seguridad, sino que puso en tela de juicio la capacidad de gobernanza.
La respuesta del gobierno en turno fue elocuente en su negación: el discurso oficial y sus aplaudidores descalificaron la investigación como un "disparate" y parte de una "campaña conservadora".
Sin embargo, los hechos pronto gritaron más fuerte que la retórica.
En paralelo al rechazo gubernamental, el país fue sacudido por la evidencia de una realidad brutal.
Secuestros masivos de jóvenes se reportaron en Jalisco y Colima.
El municipio de Encarnación Díaz, "La Chona", se convirtió en un doloroso símbolo por la alarmante desaparición de jóvenes, fundamentalmente mujeres.
Se sucedieron noticias de jóvenes desaparecidos tras buscar empleo en call centers, un claro indicio de la desesperación económica que los empuja a zonas de alta vulnerabilidad.
En marzo de este mismo año, colectivos de madres buscadoras alertaron sobre la existencia de campos de adiestramiento en donde el crimen organizado realiza actividades de selección bajo el modelo de "ganar o morir".
La indolencia de los gobiernos de este siglo ha condenado a gran parte de la población.
El Estado mexicano, que a principios del siglo XXI presumía un bono demográfico con un enorme potencial de crecimiento y desarrollo económico, permitió que esa promesa se tirara por la borda al no generar suficientes oportunidades de estudio y laborales.
Frente a esta crisis histórica, la administración de AMLO eligió como política de atención el otorgamiento directo de apoyos económicos, eufemísticamente denominados "becas".
De forma simplista, se pretendió que estas transferencias monetarias resolverían la falta de oportunidades, pura simulación.
No obstante, esta política ha demostrado ser profundamente inatinada y carente de visión.
Los apoyos económicos se perciben hoy como una renta adicional que, sin una metodología de evaluación rigurosa, no ha servido para garantizar una capacitación laboral efectiva ni para impulsar el emprendimiento de pequeños negocios.
La intención de "brindar una expectativa de un mejor futuro" se ha quedado en la mera superficie, dejando el vacío de oportunidades estructurales que el crimen organizado llena con su oferta de reclutamiento.
Resultará incorrecto señalar únicamente como responsable al último sexenio, puesto que el abandono de la juventud por parte del Estado mexicano es histórico.
No obstante, la actual crisis de seguridad, evidenciada por la participación de jóvenes en actos violentos en la CDMX, demuestra que las políticas desplegadas, por los mesiánicos estrategas de MORENA, no solo no han funcionado, sino que han fracasado estrepitosamente en arrebatar a la juventud de las garras del crimen organizado.
La inacción y la simplificación de la política pública han transformado una crisis de oportunidades en una tragedia demográfica, condenando a los jóvenes a ser el combustible humano de la organización criminal más grande y violenta del mundo.
El crimen organizado.