Las Muertas o Las Poquianchis
Con esta frase de humor involuntario una de las hermanas Baladro, Serafina, trata de justificar el intento de asesinato que efectuó de su antiguo amante porque según ella la había humillada al dejarla sola en pleno viaje romántico en el puerto de Veracruz.
Y es con este tipo de elementos escénicos que el director Luis Estrada juega para entregarnos su obra titulada Las Muertas.
Con un tono de sátira política la serie nos muestra los fines superiores que busca Estrada que son: la denuncia social, la crítica subversiva, la búsqueda de la verdad oculta en la sociedad y lograr cierta concientización pública.
Y lo hace de manera contundente en esta obra que se basa en el libro del mismo nombre que publicó en 1977 Jorge Ibargüengoitia y que narra la historia de las hermanas proxenetas María del Jesús y Delfina González Valenzuela, alias Las Poquianchis, que en la obra de Estrada y del propio Ibargüengoitia son llamadas las hermanas Baladro.
Son unas mujeres emprendedoras que desde mediados de la década de los 40 hasta mediados de la década de los 60, es decir que a lo largo de casi dos décadas, logran establecer un imperio de burdeles gracias al apoyo y complicidad de las fuerzas vivas locales, estatales y federales.
- En escena desfilan comerciantes voraces que compran a las chicas como si fueran ganado.
- Presidentes municipales y gobernadores que se hacen de la vista gorda de los delitos efectuados por estas mujeres.
- Religiosos que bendicen los establecimientos non santos.
- Militares que se vuelven cómplices activos de las desapariciones a punta de billetazos.
Corrupción:
A lo largo de 6 capítulos, que según palabras de Estrada son 6 películas breves en un solo paquete, vemos este mundo en donde se mezcla la corrupción en todos los niveles, abuso de poder político y económico, doble moral de los garantes de la justicia, multiplicidad de cadáveres, complicidad que impide la resolución de problemas, impunidad que hace que los negocios florezcan.
Todo un universo aceitado por el dinero que fluye alegremente por las manos de las hermanas Baladro.
Vale la pena señalar que esta serie, que está basada en los hechos reales que utilizó Ibargüengoitia para su novela, fue cubierta por una prensa amarillista que potenció el caso y lo convirtió en un circo mediático de proporciones excepcionales.
Y aquí resalta el papel que tuvo el periódico “Alarma” que con su color amarillo siguió al pie de la letra las “normas” de este tipo de medios.
Sensacionalista a más no poder, utilizando titulares llamativos y escandalosos.
Exagerada dando información no verificada y distorsionada. Morbosa dando cobertura a crímenes de manera espectacular y sangienta.
Todo lo anterior tuvo un impacto significativo en la opinión pública de esa época.
Este cosmos de Estrada, que mantiene una “base” de actores mexicanos que han actuado en varias de sus películas, está encabezado en esta serie por dos actrices en los roles principales: Arcelia Ramírez y Paulina Gaitán, que interpretan a Arcángela y a Serafina respectivamente.
Ambas ofrecen una actuación sobresaliente y profunda al dar vida a mujeres oscuras, crueles, apasionadas, interesadas, egoístas, manipuladoras, creyentes, emprendedoras y poco autocríticas.
El resto del elenco también tiene actuaciones notables como son las casos de Joaquín Cosío, Mauricio Isaac y Alfonso Herrera, entre otros.
Para concluir, vale la pena reflexionar…
- Qué tanto ha cambiado México en, digamos, 6 décadas?
- Qué tanto somos diferentes al mundo que describió Ibargüengoitia en su libro?
- Hasta dónde nuestras actuales instituciones están libres de corrupción, abusos de poder, injusticia y desigualdad?
- Hasta dónde las fuerzas vivas siguen teniendo el control de nuestros pueblos y ciudades e indicando hacia dónde se debe orientar la sociedad.
Y así podemos seguir planteando preguntas sobre qué tanto hemos mejorado o si seguimos en la misma situación de antaño.