Napoleón / EUA e Inglaterra, 2023
Napoleón Bonaparte siempre ha sido una figura fascinante cuya fama oscila entre el romanticismo y el mito; y Ridley Scott, veterano director cuyo cuerpo cinematográfico va desde Alien (1979), pasando por Gladiador (2000) y recientemente La Casa de Gucci (2021) ofrece su versión del militar que brevemente tuvo al mundo en sus manos entre los años de 1793 y su derrota en Waterloo el 18 de junio de 1815.
Impecable técnicamente hablando, Napoleón interpretado por Joaquin Phoenix es la vertiginosa carrera del militar francés que a la edad de 24 años ya estaba coronándose como un impecable estratega de nuevas técnicas y conocedor del movimiento de grandes masas de soldados en combate.
Claro que Phoenix a sus 49 años no asemeja al joven oficial, que su pronta edad ya era general del ejército y victorioso sobre las fuerzas invasoras de Inglaterra y España, y hubiera sido muy interesante ver como logró llegar a ese punto de la jerarquía militar a tan pronta edad.
La película sí es un vertiginoso vistazo a su vida: conquistas, guerras, una popularidad increíble con el pueblo de Francia, y lo que al parecer le interesó más a Scott como realizador: la relación sadomasoquista y tóxica entre Napoleón y Josefina (Vanessa Kirby).
Como ya es sabido, Ridley Scott va a liberar en seis meses más o menos una versión de cuatro horas de Napoleón para streaming, lo que hace de la versión actual un adelanto de la versión “buena”.
Históricamente, la película tiene sus grandes licencias intelectuales para montarla en pantalla. Pero precisamente esta versión de dos horas y media realmente es un “fast foward”, a veces demasiado rápido, de un tal Napoleón que masacró al pueblo de parís durante los levantamientos pro-monárquicos, ganó batallas épicas, y en el inter los años pasan tan rápido y salen tantos personajes, demasiados... ni siquiera sabemos quiénes son y otros, tipo “¿y esos, qué onda?”.
Es lo mismo que hizo Scott en Gladiador: poner al revés volteado un tema, un momento histórico para la finalidad de su capacidad como director y artesano cinematográfico.
Como información al costo, uno de esos “¿y qué onda?” y que merecía más explicación (y no es por la inclusión forzada y agenda de Hollywood) es el personaje de descendencia africana: el general Thomas-Alexander Dumas, una de las manos derechas de Napoleón y quien es el padre de Alexander Dumas, el autor de Los Tres Mosqueteros.
La película abarca 22 años de la vida del conquistador; eso es dedicarle como 7 minutos por cada año y se palpa esa velocidad en montajes como la conquista en Egipto y la victoria contra las fuerzas austriacas y rusas en Austerlitz, y muy relegado en el fondo el periodo donde se convierte en emperador y su folclórica coronación… mejor vean el cuadro que pintó Jacques-Louis David, más detallado y vivo a como presenta Scott esa era.
Fracasa por terco en su invasión de Rusia, lo mandan al exilio a la isla de Elba, sale de la isla de Elba, vuelve a ser monarca de Francia, a todas las naciones del mundo se le bota la canica y deciden crear el “team antiNapoleon”… todo en cinco minutos.
Napoleón es visto como un despiadado hombre con una ambición desmedida que conquistaba para satisfacer el ego de Napoleón, no la gloria de Francia de ese entonces, y ahí es donde pesan las licencias intelectuales que se toma el realizador Scott.
Pero sí intenta dedicarle tiempo a la relación “estire y afloje” entre Napoleón y Josefina: Phoenix y Kirby (la joven princesa Margarita en The Crown) están bien. Phoenix hace lo que sea con el papel que le dan, pero Kirby muy perdida de repente con caras de sufrimiento tipo La Rosa de Guadalupe.
Desde el punto de vista personal, la película pudo tal vez ser mejor si se concentraba en los momentos pivotales del conquistador, tal vez inclusive mejor una miniserie más que una película de cuatro horas a futuro.
Me siento a esperar que va a presentar Ridley Scott en unos meses, por mientras la calificación es a media… este Napoleón merecía mas, no un agregado para parchar sus omisiones.