Que se haga justicia en los bueyes de mi compadre
Por desfortuna, aquí en México impera el adagio popular “que se haga justicia en los bueyes de mi compadre”.
José Ortega y Gasset, filósofo, ensayista y sociólogo español, en su libro La Rebelión de las Masas, indica que siempre nos sentimos con derecho de todo y con obligación prácticamente de nada.
Hoy enseñamos a los niños a exigir justicia y que tienen derechos inalienables, es correcto.
Está muy bien, pero poco enseñamos que la justicia tiene obligaciones también para con los demás.
Decía Santiago Rusiñol, el destacado escritor, pintor y dramaturgo español, que cuando un hombre pide justicia es que quiere que le den la razón.
Cuántas veces podemos perder objetividad cuando reclamamos algo.
Si creemos tener la razón, es injusta la contraparte de nuestro argumento.
Pocas veces somos empáticos con quienes no comparten nuestra posición y lejos de esforzarnos por analizar los tachamos de tercos, infames, neoliberales, ultraderechistas, fifís, entre otras.
Entender nuestra situación, en una relación con otra persona, requiere entender cuál es nuestro papel.
Anotaba Mahatma Gandhi que ganamos justicia más rápidamente si hacemos justicia a la parte contraria.
Muchas veces la justicia es ver qué tanto podemos ganar para nosotros, pero no comprendemos que de alguna manera tiene que ver, también, con los demás.
Es la conciencia delimitada.
Un profesor de Harvard y otra de la universidad Notre Dame, Max H Bazerman y Ann E. Tenbrunsel, escribieron un libro que se volvió muy famoso: Puntos Ciegos, por cierto muy recomendable.
Se afirma que las personas no terminamos de ver la justicia, no terminamos de ver una situación ética cuando estamos frente a ella, no la cuestionamos, casi siempre juzgamos de manera diferente cuando es en otros esa justicia.
Cuando es en otros ese comportamiento ético,de manera arbitraria, parecería que le quitamos peso a nuestros deberes, a nuestras obligaciones,parecería que lo que vemos mal en otros no lo vemos tan mal en nosotros mismos. (¿Algún parecido con nuestros actuales gobernantes?).
La justicia es tan importante, tan relevante para la vida humana, que tiene también una cuestión que vale la pena analizar.
Es la única virtud, a diferencia de otras, que no tiene un exceso o no tiene un defecto.
Se puede ser poco justo, mirar de rabillo la verdad, pero nunca se podrá ser demasiado justo.
Así como la honestidad, no se puede ser poco honesto, demasiado honesto es garantía de justicia.
Alguien podría cercar esto, se es justo o no, como se es honesto o deshonesto, sin medias tintas.
La justicia siempre es positiva, siempre es justa, siempre debería estar presente, como afirmaban los romanos: “La justicia es la continua y perpetua voluntad de dar a cada uno lo suyo”.
El entender qué es lo suyo, es parte de lo que en la vida humana nos toca como hijos frente a los padres, nos toca como hermanos frente a los otros, nos toca como amigos, nos toca en el trabajo, nos corresponde como ciudadanos, como periodistas.
Vivir la justicia es parte de la vida humana.
Pero hay una parte también que está muy ignorada de este concepto de la justicia.
En el diccionario de la Academia de la Lengua se habla de la justicia como un principio moral, que lleva a determinar que todos deben vivir honestamente.
Es decir, que la justicia también afecta nuestra manera de vivir, nuestro modo de vida.
Habrá quienes intenten manipularla, imponerla por mandato, por la fuerza, sin importar pisotear derechos, como el de la libre expresión de las ideas, en definitava inmoral que aleja el verdadero fin de la justicia.
“El fin justifica los medios”, principio de un exmandatario mexicano.
C.S. Lewis (Clive Staples Lewis) quien fue un escritor, teólogo y académico, autor entre otras obras de Las Crónicas de Narnia, decía en una entrevista que, hace muchos años, la justicia significaba mucho más de lo que pasa en los juzgados.
Justus, era un nombre antiguo, utilizadopara referirse a todo aquello que ahora denominaríamos imparcialidad.
Incluía la honestidad, la flexibilidad, la sinceridad, el cumplimiento de las promesas y toda esa parte de la vida.
Actualmente, cuando hablamos de justicia, pensamos en tribunales, en lo que nos espera con los jueces “elegidos” por el “pueblo bueno”, aunque hayan sido designados con trampas y chapuzos por una verdadera minoría de aleccionados con “guías en sus manos” mejor conocidos como arcodeones.
En la actualidad, cuando hablamos de justicia, pensamos en conflictos.
Pensamos en derechos, pero nos falta observar que es una manera de perfeccionarnos como seres humanos.
Decía Confucio, que como todos saben fue un influyente filósofo y educador chino, que “el hombre que sabe lo que es justo, es el hombre que ama lo justo”.
La práctica de la justicia está encaminada a la búsqueda de la felicidad.
Platón y Aristóteles hablaban que “el alma justa y el hombre justo vivirán felices”.
Decía John Ruskin “haz justicia con alguien y acabarás por amarlo, pero si eres injusto con él acabarás por odiarlo”.