Seguimos
Se cumplen hoy 40 años de los terribles sismos de 1985, que costaron miles de muertos e iniciaron una crisis económica que se profundizó pocos meses después con la caída del precio del petróleo.
Después de tres años de dificultades, estos golpes terminaron por convencer a muchos de que era necesario mover a México en una dirección distinta.
Lo que entonces empezó, y nos llevó a la democracia y el equilibrio de poder, ya ha terminado.
En el presente, empezamos a tener algunos datos económicos del segundo semestre, ya conocíamos el empleo, hasta agosto, que muestra una caída cada vez más pronunciada.
También tenemos información de la producción de vehículos hasta ese mes, que asimismo señala una caída, en el caso de vehículos pesados, un desplome terrible, que ya hace unos días habíamos mencionado.
Ahora tenemos el dato oportuno del consumo, que para julio reporta una contracción de -0.7% contra el mes previo, y un nivel similar en agosto.
De confirmarse, en ese mes habríamos entrado ya en contracción en este componente, el más grande del PIB.
De inversión no tenemos aún información, pero la parte de maquinaria y equipo nacional será seguramente negativa (por los vehículos mencionados), lo es la construcción en el mes de julio, y tampoco las importaciones de bienes de capital alcanzan a recuperarse.
En consecuencia, seguimos en el camino de todo este año: cae la demanda interna, y si el PIB alcanza a superar el cero es gracias a la balanza comercial, como también ya hemos comentado.
Por el momento, no hay señal alguna de que la economía cambie su tendencia, que es claramente recesiva. Diversos comentaristas afirmarán que esto no es así, agarrándose del PIB como clavo ardiendo.
Les será más difícil hacerlo si los datos de consumo se confirman, como es muy probable, el indicador de ventas de ANTAD muestra una contracción en términos reales para tiendas iguales, y un minúsculo crecimiento en tiendas totales, al mes de julio.
Coincidiría con ese último mes en terreno positivo.
Con estos datos se ve menos probable que las estimaciones de Hacienda puedan cumplirse, e incluso es posible que quienes han corregido al alza sus proyecciones puedan cambiar de opinión.
En el fondo, como le digo, depende mucho de la balanza comercial el dato que al final tengamos, pero no hay duda de la contracción de la demanda interna.
En su estimación de largo plazo, Hacienda afirma que regresaremos a la tendencia que tuvimos de 1980 a 2018, 2.3% anual promedio.
No se me ocurre cómo, si durante el sexenio que acaba de terminar no llegamos ni a la mitad, y eso ampliando significativamente el endeudamiento (para construir elefantes blancos y para comprar votos).
En un entorno global mucho más complejo, con un cambio profundo en la certeza jurídica, lo natural sería esperar un desempeño incluso inferior al del sexenio pasado.
Y los datos que tenemos, del primer año de éste, así lo confirman.
Ha iniciado el proceso de revisión del T-MEC, aunque la señora Sheinbaum parece ocupar todo su tiempo en otros temas.
La seguridad, y las evidencias de corrupción de sus correligionarios, no le han dejado concentrarse en convertir en realidad su Plan México; esta columna ha insistido, por mucho tiempo, que el elemento determinante ahora es la energía: deshacerse de la losa de Pemex y enfocarse en el abasto eléctrico.
No han hecho ninguna de las dos cosas, y eso significa que Pemex nos está limitando los recursos, por un lado, mientras que no tenemos electricidad disponible para proyectos relevantes de inversión. Sin esa inversión, no será fácil generar empleos, y sin ellos, el consumo continuará su lenta, pero al parecer ineludible, caída.