Traición
Hoy celebramos un año más de independencia.
Por más o menos 200 años, lo hemos hecho con el “Grito”, salvo algunos en que no se pudo, llegamos a esta celebración en momentos complicados.
Por un lado, hay serios problemas con las finanzas públicas; por otro, han desaparecido, o se han desmantelado, buena parte de las instituciones; finalmente, estamos conociendo el peor caso de corrupción, una maquinación que involucra al gobierno, las Fuerzas Armadas, el crimen organizado, que puede alcanzar el grado de traición a la patria.
El paquete económico para 2026 confirma la grave situación en que nos encontramos.
Para que cierre, Hacienda hace malabares con las cifras de transferencias (el reparto de efectivo para comprar votos), se imagina un incremento de ingresos petroleros para el próximo año, y con eso piensa financiar un poco más de inversión pública, para salir del mínimo histórico en que hoy nos encontramos.
Aun así, no le alcanza y anuncia incremento de deuda.
No hay una solución seria para Pemex.
Se le transferirá dinero para que pague algunas deudas, pero no hay claridad en el caso de proveedores, que son los que hacen el trabajo, y por eso la producción sigue cayendo.
Con todo el cinismo, el secretario de Hacienda y la misma señora Sheinbaum han dicho que la “deuda maldita” proviene del periodo neoliberal. Una mentira del tamaño de Palacio Nacional: fue en el sexenio pasado que, por la necedad de refinar, quemamos 75 mil millones de dólares.
No cumplimos dos semanas con el nuevo Poder Judicial y abundan los ejemplos del ridículo de sus nuevos integrantes.
Desde purificaciones ficticias a sobreseimiento de artículos de la ley, pasando por licencias, ignorancia de precedentes, y el intento de regresar a quienes sí sabían y fueron expulsados.
El desastre que eso significa no lo imagina la mayoría de la población, pero parece que tampoco pasó por las mentes de los legisladores.
En ausencia de un poder capaz de juzgar desde fuera de la política, la trama del contrabando de combustible, desafortunadamente llamado “huachicol fiscal”, rompe con todo lo que conocíamos. Sabemos que dos jefes de la Marina, familiares del secretario, encabezaban ese contrabando.
Fueron denunciados por otro jefe, que fue asesinado. Menos de una semana después de la detención de uno de los jefes, muere un capitán de navío (equivalente a coronel) en un supuesto “suicidio”, y al día siguiente, otro en un ejercicio de tiro.
El fiscal afirma que el secretario de Marina le dijo hace dos años que investigara, pero no tenemos evidencia de eso. O miente el fiscal, o durante dos años fue omiso. Ambos son delitos.
La trama no se queda en Marina.
Hay al menos dos miembros de la fiscalía que han sido asesinados, una en Colima, y el otro, el delegado en Tamaulipas, hace pocas semanas.
Hay también miembros del crimen organizado, como Sergio Carmona, llamado Rey del huachicol, quien financió la campaña de Morena en Tamaulipas, a través de Mario Delgado.
Fue asesinado en San Pedro Garza García, y su potencial sucesor, en la carretera de Colima a Guadalajara.
Las conexiones con el gobierno de Tamaulipas parecen muy evidentes, pero también se ha involucrado a Adán Augusto López, quien habría asignado el muelle fiscal 289, en Tamaulipas, a un amigo suyo que después financió su campaña como precandidato presidencial.
Se suma esta nueva información a la que ya conocíamos acerca de La Barredora, dirigida por Hernán Bermúdez, nombrado secretario de Seguridad Pública en Tabasco por Adán Augusto.
El involucramiento del secretario de Marina, el presidente de Morena, el actual presidente del Senado (“como mi hermano”), en este ataque directo a las instituciones, las finanzas públicas y la paz social, es algo inusitado.
De verdad creo que debe calificarse de traición a la patria.