Triste aniversario del Banco de México
Banco de México cumplirá 100 años el próximo lunes 25 de agosto.
Era presidente Plutarco Elías Calles, cuyo cuatrienio (no eran sexenios entonces) se caracterizó por la construcción de instituciones.
Un siglo más tarde, Palacio Nacional lo ocupa (la oficina, no necesariamente el poder) Claudia Sheinbaum Pardo, destructora de instituciones siguiendo el camino establecido por su idolatrado mentor político: Andrés Manuel López Obrador.
Este ofreció mandar al diablo instituciones, cumplió, con su fiel subordinada continuando la obra de demolición.
Es tal la importancia del banco central que ni el tabasqueño se atrevió a desmantelarlo.
López es un ignorante cerril en economía, pero siendo adulto vivió inflaciones, y devaluaciones, severas en la década de 1970 y brutales en la de 1980, en su pico (principios de 1988) la inflación anual rozó el 200%. La autonomía del Banxico, concedida en 1994, fue un elemento central ayudando a que la reducción inflacionaria fuese permanente.
Desde entonces los políticos ya no pueden ordenarle que les imprima dinero, aunque AMLO sí trató de que Banxico le entregara recursos por concepto de “remanentes de operación” (llegó a soñar hasta con medio billón de pesos) en 2020.
La negativa que recibió fue una de las varias razones por las que el gobernador Alejandro Díaz de León no fue ratificado en el cargo y en cambio el Presidente designó a una persona que nunca había sido ni funcionaria del banco y menos contaba con experiencia en materia de política monetaria: Victoria Rodríguez Ceja.
No fue el último nombramiento, desafortunadamente, de personas sin experiencia alguna en el ámbito de banca central para ocupar un cargo en la Junta de Gobierno, no puede decirse que el anterior presidente violó la autonomía del Banxico, sí que violentaba dicha autonomía debilitando el calibre y rigor de su máximo órgano de gobierno.
Sheinbaum, en cambio, rompió la racha de malos nombramientos:
Gabriel Cuadra, funcionario con más de un cuarto de siglo en la institución, doctor en economía (lo que no es ninguno de sus ahora colegas) por prestigiada universidad estadounidense y economista por el ITAM.
Una designación afortunada y que quizá presagie un órgano máximo que regrese a la solidez del pasado.
En semanas recientes la Presidenta tuvo, por desgracia, la ocurrencia de plantear un “mandato dual” para el Banxico; en lugar de buscar solo un objetivo de inflación (cuya meta central de 3.0% la institución no ha alcanzado, sin contar la pandemia, desde 2016), que además promueva el empleo.
Esto imitando, dijo, a la Reserva Federal. La titular formal del Ejecutivo parece creer que la política monetaria puede impulsar directamente el crecimiento económico (que ella dice que no importa) y el empleo.
La realidad es más simple y al parecer ignorada por la Presidenta: una baja inflación fomenta menores tasas de interés y con ello mayor inversión, crecimiento y empleo, esto es, lo que propone ya está implícito.
Un mandato dual explícito puede crear confusiones en una Junta de Gobierno de por sí algo desatenta con la meta central de inflación. Su gobierno puede hacer mucho por fomentar la inversión, como consolidar el Estado de derecho.
Está haciendo lo contrario, como lo demuestra el circo judicial que está por iniciar sus funciones.
Sheinbaum espera que la banca central haga la chamba en que ella está fracasando estrepitosamente.