¿Aliados o aislados?
Les platico:
Les escucho y me dan ganas de decirles que se están vacunando antes de tiempo.
Es más, no llegan ni a equipo de rescate.
“¿Damos miedo ahora o qué?”, me pregunta uno de ellos. Y yo, que me ufano de tener más enemigos que amigos le respondo: “No, miedo no, más bien dan pena y lástima”.
Y de pronto me dan ganas de perdonarles su propio miedo, que les brota por los poros como si fuera una inmaculada transpiración.
Los veo exudando pánico desde sus exiguos continentes corporales y ni siquiera son capaces de darse cuenta.
No huelen a santidad. Huelen a candidez.
Si siguen así, nunca habrán arrastrado a alguien tan limpiamente a la derrota.
Y por “alguien” me refiero a los electores de la oposición.
Parodiando al marido, a la esposa, al novio o a la novia que se justifican ante el otro para mandarlo al carajo y acabar con su relación, yo les diría: “No eres tú, ERAS tú”.
Entonces, al estar con ellos en medio de la charla me pregunto: ¿decirles que son unos idiotas consumados dará puntos?
El problema con ese tipo de gente -los políticos- es que prefieren ser arruinados por los elogios que salvados por las críticas.
El problema de esa gente es que a sus críticos les consideran adversarios o enemigos.
Su pereza -es decir, su pasión por la inacción- les da una ventaja sobre las demás pasiones: No les exige nada.
Se les olvida o peor aún, no lo saben, que una buena estrategia para estar en paz con la vida es aceptar las limitaciones propias.
Aunque les duela, para estar y vivir en paz hay que reconocer que no se puede saberlo todo de todo y menos andar por la vida calificando de charlatán a todo aquél que ose opinar diferente a ellos.
En dos palabras: se vuelven odiosos petulantes.
CREENCIAS ERRÓNEAS
A todos ellos con respeto pero irreverentemente les digo que son falsas las creencias esas que dicen así por ahí: ¡Arre!
- Si deseas algo con fuerza lo conseguirás… aunque no tengas la capacidad.
- La lealtad está por encima de la aptitud.
- La gente que te quiere siempre estará contigo.
- Eres de acero, todo esto no debe de dolerte nada.
- Eres la roca contra la que el mar golpea.
- Te conoces muy bien.
- Métete. Las cosas hay que cambiarlas desde adentro.
CAJÓN DE SASTRE
“Los reproches viejos dirigidos al pasado, son tapaderas de tus miserias actuales”, remata la irreverente de mi Gaby, mientras prepara sus maletas porque nos vamos más al norte… por un buen tiempo, porque acá en el más al sur, el ambiente se enrarece cada día y además, no hay agua y detracito viene el hambre…