Innovar no es tener Wi-Fi… es tener agallas
Todos quieren innovar, pero pocos se atreven de verdad.
Porque seamos honestos: decir que eres innovador es fácil, como cuando alguien pone “visionario” en su perfil de LinkedIn y su mayor logro es haber cambiado de logo sin avisarle al equipo.
Innovar de verdad no es ponerle luces LED a tu proceso viejo.
Es incomodarte. Es destruir lo que ya funciona... para hacer algo que funcione mejor, sin garantías.
Innovar ≠ Digitalizar
No confundas innovación con tecnología.
Digitalizar procesos, automatizar flujos, hacer que un Excel se vuelva una app con fondo azul… eso es modernizar, no necesariamente innovar.
Innovar es cuestionarte todo, incluso lo que te ha dado resultados hasta hoy.
Es dejar de preguntar “¿cómo puedo hacer esto más rápido?” para empezar a decir:
“¿Por qué sigo haciendo esto?”
Las claves (sin disfrazarlas de PowerPoint)
Hay algunas claves para innovar en serio, que traduzco aquí al idioma millennial sin filtro:
Aprende a observar (sin asumir que ya sabes)
Deja de adivinar lo que quiere tu cliente desde la oficina con clima.
Sal, escucha, pregunta, incomódate. Spoiler: el cliente no quiere “experiencias”, quiere que lo entiendas.
Cambia tu mentalidad antes que tu CRM
Puedes tener el sistema más moderno del planeta…
pero si tu equipo sigue pensando en “cumplir el mes” y no en “crear valor”, te estás maquillando para un Zoom sin cámara.
Prueba. Falla. Corrige. Repite.
Sí, innovar también es fallar.
Pero fallar con intención.
No como ese proyecto de “innovación” que solo fue una encuesta mal hecha en Google Forms.
¿Por qué cuesta tanto innovar?
Porque da miedo.
Porque implica decir “ya no sé” cuando te has pasado años fingiendo que sí sabías.
Porque tu jefe sigue premiando al que no se equivoca, no al que intenta.
Porque nadie quiere ser el primero en moverle a algo que funciona… aunque esté viejo, lento y oxidado.
Y también porque innovar exige desaprender, y eso duele más que aprender.
Ejemplos que duelen (pero enseñan)
- Netflix mató a Blockbuster no porque tenía mejor catálogo, sino porque entendió mejor a la audiencia.
- Uber no inventó los taxis. Solo los pensó sin radio y sin efectivo.
- La gente dejó de ir al banco no porque odie al cajero, sino porque la app ya no te juzga por tus compras compulsivas.
Reflexión con ganchito suave al ego
Si estás leyendo esto con tu café en la mano, pensando “en mi empresa sí estamos innovando”, te invito a preguntarte esto:
- ¿Hace cuánto no escuchas una idea que te incomoda… y la pruebas?
- ¿Tus juntas de “innovación” son para crear o solo para tomar apuntes y no hacer nada?
- ¿Estás dispuesto a destruir tu propio modelo de negocio antes de que alguien más lo haga por ti?
Porque innovar no es una moda.
Es una necesidad.
Y en esta era digital, no gana el que tiene más followers.