¿Cuál es la verdad de los cambios que opera Samuel García en el gobierno de NL?
Suele pasar con la comentocracia de Nuevo León.
En vez de investigar y analizar, prefiere especular.
Decía Henry Kissinger que la administración pública enferma no cuando el gobernante hace ajustes en su equipo, sino cuando mantiene intacta y estancada su estructura desde el principio hasta el final.
En vez de explicar al lector nuevoleonés lo que implica un relevo a mitad del sexenio de Samuel García, enfocado en reforzar el segundo tramo de su gestión, muchos colegas periodistas y políticos opositores prefieren augurar caos y sembrar sospechas con titulares como: “Se deshace el gabinete” o “Renuncia inesperada”, como si los reacomodos no fueran resultado de la planeación.
Pasa en todos los niveles.
Cuando el presidente de EUA, Gerald Ford (1974 a 1977), reemplazó a Kissinger de su puesto como asesor de Seguridad Nacional en 1975, junto con otros funcionarios de alto nivel, y mantuvo a Kissinger como secretario de Estado, la prensa estadounidense de la época bautizó escandalosamente estos reacomodos como “Halloween Massacre”.
Ford y Kissinger, amigos hasta el final de sus días, se carcajeaban cada vez que escuchaban la frase que delataba una soberana exageración de una parte de la prensa setentera, ignorante sobre cómo opera realmente la gestión pública.
“Por algo el amarillismo periodístico se inventó en nuestro país”, solía decir Ford, muerto de la risa.
Lo que vemos en nuestro estado con la salida de Miguel Ángel Flores del Congreso local y su posible incorporación al gabinete estatal nos remite a la anécdota Ford-Kissinger.
No se interpreta como lo que es (me consta): una decisión prevista y planeada, a fin de fortalecer espacios clave de la administración estatal de cara a la segunda mitad del sexenio.
Algunos analistas escandalosos y mal intencionados prefieren inventar un relato de conflicto, de enemistades y fracturas internas.
- El escándalo vende.
- El chisme es más seductor que la verdad.
Sin embargo, la realidad es otra.
Si hay quienes compran el alarmismo mediático, allá ellos.
Si hay quienes caen en las fake news que, sin bases sólidas, interpretan cualquier movimiento como señal de debilidad, allá ellos.
Gobernar no es un tablero de ajedrez con las piezas inamovibles.
El juego es planear y ejecutar estrategias.
Es tener la capacidad de adecuarse a las circunstancias cambiantes.
Lo escribió alguna vez Luis Carlos Ugalde:
“Los ciclos políticos requieren ajustes continuos; la inercia mata más que el error”.
- ¿A alguien le conviene que el gobierno del estado no se fortalezca?
- A nadie que actúe de buena fe le conviene.
- ¿Por qué a cierta prensa y a ciertos actores políticos de la oposición les genera tanto nerviosismo?