Élites políticas y económicas ya no controlan México

Algo esta pasando en nuestro país que las estructuras tradicionales han dejado de tener la influencia de hace unos años.

En México, como en cualquier país en vías de desarrollo, tiene sectores político – económicos que buscan beneficiarse egoístamente hablando, dando la espalda a la mayoría de la población.

De entrada, daré dos empleos como botón de muestra.

  1. AMLO desde la Mañanera y durante plena campaña electoral, ataca a Adrián de la Garza, candidato del PRI a gubernatura y a Samuel García candidato de MC al mismo puesto, para que la gente votara por Clara Luz Flores, candidata de Morena.
  2. Álvaro Fernández Garza, presidente de Grupo Alfa, uno de las empresas más grandes de México, declara su simpatía a favor de Adrián de la Garza. Resultado, gana Samuel García la gubernatura de NL; no le hicieron caso al político AMLO y tampoco al líder empresarial Fernández Garza.
Me explico: Durante años, los actores económicos que apenas representan el 1% de la población económicamente activa y controlan alrededor del 30% de la riqueza nacional, siguen una estrategia consistente de estar muy cerca del grupo político en turno, para prolongar los beneficios que le otorga su linaje de años atrás.

No quisiera regresarme mucho en el tiempo, ya que son temas que la gran mayoría conocemos, solo haré los siguientes comentarios.

En la época de la hegemonía PRI- Gobierno, los grandes empresarios siempre eran invitados a las ceremonias oficiales, pero no solo eso, hacían grandes negocios en complicidad con el funcionario en turno.

Cuando llegamos a la alternancia en el poder a partir del año 2000, la situación no cambió absolutamente nada, al contrario, se fortaleció.

El presidente en turno asiste a las asambleas empresariales, donde se convierte en el club de halagos mutuos e intercambio de buenos negocios, olvidándose de la pobreza que viven millones de mexicanos, tal cual lo confirman datos de organismos y universidades extranjeras que afirman que la división de la riqueza, es inequitativa y se concentra en unas cuantas manos.

Sin embargo, el sistema gubernamental no se preocupa por fomentar a las PYMES, lo hace solo en discursos, pero jamás en acciones concretas.

El día de hoy, no ha variado el formato, el presidente AMLO se reúne en Palacio Nacional con los más grandes empresarios, les ofrece una cena de tamales chipilín y atole, para forzarlos a comprar boletos de la rifa, que no fue rifa, del avión presidencial. También lleva a cabo juntas de trabajo con los hombres ricos, para hacer planes de inversión en infraestructura, que nunca se llevan a cabo, por falta de seguridad jurídica, pero los capitanes empresariales asisten y aplauden, con el objeto de asegurar su relación con la figura presidencial, aunque en lo privado lo critican severamente.

Todo es conveniencia, con un alto grado de irresponsabilidad de ambos sectores que tienen con la población.

En los últimos 30 años, la gobernabilidad de nuestro país se fortaleció con la creación de órganos autónomos, que permitieran la desconcentración del gobierno central para vigilar, y en su caso operar áreas estratégicas tales como las elecciones, aplicación de justicia electoral, sector energético, INAI, Derechos Humanos y hasta 14 organismos más.

Estos organismos especializados han creado una élite, que más de las veces, tienen presupuestos tan grandes o más, que varias entidades federativas, provocando un poder político desmedido, que no estaba presupuestado en los objetivos originales de creación, provocando además las envidias de otros sectores gubernamentales y de la misma ciudadanía.

La otra élite que ha abusado de su poder es el sector político. La insensibilidad de los miembros de la partidocracia es tan grande, que su único objetivo es hacerse del dinero que está disponible en las arcas públicas, para asegurar el futuro de su familia por generaciones.

La corrupción ha llegado a tales niveles que se ha estructurado un sistema de protección entre el poder ejecutivo, legislativo y judicial, que alcanza a cubrir a todos los que tejieron compromisos y compadrazgos de lealtad a sus fechorías.

Estos grupos élites viven en sus propias burbujas, se han distanciado de la población, se han insensibilizado a pesar de que se han beneficiado de los cambios que el país ha tenido, pero solo para ellos, pues el resto vivimos alejados y ausentes de las mieles de la abundancia que les permite vivir cómodamente.

Con estas pinceladas sobre la realidad que he tratado de describir, es fácil entender por qué el 60% de la población simpatiza con el presidente AMLO, ya que su contacto con la gente es permanente y consistente, ataca a las élites de la mafia del poder, a los abusivos de los gobiernos anteriores, a la corrupción y la impunidad, habla con el pueblo y como el pueblo.

Es indudable que AMLO tiene muchos defectos y su actitud centralista, amedrenta, pero el 6 de junio, la mayoría volvió a darle su confianza, ganó 11 de 15 gubernaturas, tiene la mayoría simple de la Cámara de Diputados y gobierna mas del 50% de la población, sin embargo, el pueblo simpatiza con él. ¿Por cuánto tiempo? No sé.

Lo que sí sé, es que la clase media, dimos la cara para reducir la cantidad de votos a favor de MORENA, salimos a votar, a pesar del miedo y la pandemia, a pesar de los pésimos candidatos que nos impusieron los partidos PAN, PRI y PRD. No tienen conciencia política y mucho menos social.

Irá viendo, iremos viendo cómo la clase media seguirá trabajando para fortalecer la democracia y los derechos que la constitución nos brinda, las élites político- económicas no saldrán de su zona de confort, sin embargo, nosotros sí estamos comprometidos con México.

Raúl Monter Ortega

Coordinador de Campañas Electorales a nivel Federal, Estatal y Municipal. Editorialista, observador y activista de la vida política nacional. Promotor de las libertades constitucionales de los mexicanos. Catedrático y vicerrector de la Escuela Superior de Procesos Electorales.