Glocalizados
1.
La glocalización es una composición entre las palabras globalización y localización.
El término tiene su origen en la economía, y se expresa con el axioma “pensar globalmente y actuar localmente”, es decir, las empresas mundiales buscan adaptarse a las peculiaridades del entorno, diferenciando sus producciones y ventas en función de las demandas nativas. Una cerveza, por ejemplo, que en Alemania se bebe al tiempo, y que enfriarla se considera como un pecado etílico, aquí en Monterrey si no está helada no sirve para ver el futbol en los estadios.
2.
Pero la glocalización tiene también otras dimensiones, sobre todo culturales.
Gracias a la rapidez que ofrecen los medios de comunicación, en especial las redes sociales, acontecimientos que suceden en países distantes, no sólo son conocidos a nivel local, sino que muchas veces gozan de un gran influjo. Hay muchos ejemplos. Menciono tres:
- La fiesta del Hallowen
- El Día de Acción de Gracias
- El Super Bowl
De ser acontecimientos religiosos o deportivos, se convierten en oportunidades para pedir dulces, descansar o convivir en familia.
3.
Pero también podrían darse las glocalizaciones altruistas, permítaseme este matiz. Y consisten en ver más allá de las propias dificultades. Si revisamos nuestros focos de atención en las últimas semanas: ¿qué encontramos? Van algunos: AMLO, las campañas políticas que no lo son, la incertidumbre por la llegada de Tesla a la entidad, la sequía y los cortes de agua, los acueductos que no están terminados pero que las autoridades ya inauguraron, el próximo clásico, la serie de Netflix que está de moda, la amiga con cáncer, y un larguísimo etcétera.
4.
Y sí. Todo lo que nos rodea forma parte fundamental de nuestro día a día, y no somos egoístas si nos preocupamos más por los asesinatos que se dan en nuestros municipios que por los bombardeos rusos en las calles de Ucrania. Nos molesta no tener agua suficiente para regar los jardines, y no reaccionamos con la misma fiereza ante la indolencia de las autoridades en Marruecos que permitieron construcciones de edificios sin la mínima calidad, y que colapsaron en los recientes terremotos.
Siempre nos va a importar más lo cercano, lo inmediato.
5.
Pero también somos ciudadanos del mundo y lo que sucede allende nuestras fronteras no nos puede resultar ajeno.
Desde el punto de vista cristiano, por ejemplo, hay círculos de atención, que cual aros de colores, van expandiendo la mirada. Iniciamos, obvio, con nosotros mismos, avanzamos a lo familiar y llegamos a lo que podemos llamar prójimos. No podemos quedarnos en el primero, ni siquiera en el núcleo de la familia: necesitamos vibrar también con lo que le sucede a los demás, y no sólo de nuestra ciudad o comunidad.
6.
El creyente, por ejemplo, elevará una oración por los damnificados de Marruecos, Libia o Ucrania. Quizá se anime a dar algún donativo económico. Pero la sola reflexión sobre lo que pasa en esos lugares tan lejanos nos saca ya de nuestra burbuja comodina, en la que pareciera no existir otro sitio en el mundo más que el habitado por mí o mi familia.
Orlando Fals Borda, conocido escritor colombiano, sostiene que la gloCalización cambia la “b” de bárbaro, propia de la gloBalización, por la “c” de corazón. Ojalá cada día estemos más glocalizados.
7.
Cierre icónico.
Dicen las autoridades sanpetrinas que las recientes ejecuciones, con narcomantas incluidas, en el otrora municipio modelo de México -¿de América Latina?- obedecen a ajustes de cuentas entre grupos rivales.
Quizá. Siempre se declara lo mismo.
El mensaje, entonces, y una vez más, es que no debemos estar en el momento y lugar equivocados. Ya sabíamos que la violencia imperante en los estados del sureste mexicano, tomados por el narcotráfico, impide que la gente camine por las calles con seguridad. Ahora también en San Pedro.