Opinión

La economía en caída libre

José Luis Elizondo Treviño DETONA: Durante la presentación del informe al primer trimestre, Victoria Rodríguez Ceja, gobernadora del banco central, anunció que BANXICO redujo la proyección de crecimiento económico del país para este año, de 0.6 por ciento que anunciaron en enero a un 0.1%.

Lo anterior, lejos de ser un fenómeno cíclico, es el resultado de malas decisiones internas y presiones externas que han fracturado la confianza y frenado los motores de desarrollo y crecimiento económico.

La reactivación de la política arancelaria de Donald Trump ha encarecido insumos, reducido exportaciones y frenado cadenas productivas, afectando a varios sectores industriales, principalmente el automotriz, uno de los más importantes en nuestro país.

La controvertida reforma al poder judicial, lejos de fortalecer la justicia, ha erosionado el Estado de Derecho.

Someter a elección a todos los integrantes del Poder Judicial, desde jueces de distrito hasta ministros de la Suprema Corte de Justicia, debilitará en un grado extremo la confianza en el sistema de impartición de justicia, el que ya estaba rebasado por la gran cantidad de demandas pendientes de resolver.

Esta reforma ha enviado una mala señal a los inversionistas, porque implica que la justicia se politizará, creando incertidumbre en los inversionistas, quienes podrían llevar sus capitales a otras economías más seguras, o cancelando, ahuyentando o por lo menos demorando, sus proyectos de inversión en el país.

Estos factores, así como el incremento en el índice de precios al consumidor que se registró en el más reciente informe de BANXICO, han propiciado que el nearshoring sea solo un mito.

La infraestructura insuficiente, la inseguridad jurídica, el incremento en la delincuencia y el enfrentamiento entre los cárteles que se disputan el control del territorio nacional, aunado a la falta de capacidad de generación de energía eléctrica suficiente y escasez de agua, han convertido esta ventaja histórica en un fracaso escandaloso.

Si persisten estas condiciones en la economía, entraremos en una espiral recesiva, con menos inversión, lo que a su vez generará menos empleo y un menor consumo interno.

Esperemos que se rectifique el rumbo o nos enfrentaremos a una fuga de capitales y una posible devaluación de la moneda, como en los años setentas del siglo pasado.