“Marcos de insensatez” (I)
El filósofo español José Antonio Marina publicó un libro de lectura fascinante titulado La vacuna contra la insensatez.
En un mundo caracterizado por el caos, la violencia, la polarización política, las mentiras, el engaño y la agresión en las redes sociales, Marina nos propone el concepto de “marcos de insensatez”.
Los define como “aquellas situaciones complejas en que una amalgama malsana de malas informaciones, trampas cognitivas y afectivas, falsas creencias y torpes emociones producen errores en cadena”.
Ejemplos creo que hay muchos, entre ellos los aranceles impuestos por Trump, el seguir invirtiendo recursos en Pemex Refinación, la criminal violencia de Israel en Gaza, la irracional invasión rusa de Ucrania.
Marina nos conduce por senderos que explican en buena medida por qué se dan esas decisiones en los “marcos de insensatez” y lo difícil que resulta combatirlas.
Señala que los genios políticos pueden ser irracionales (Netanyahu, Trump y Putin, por ejemplo).
Buscan la victoria, no la resolución de problemas, favorecen la fuerza sobre el derecho.
Suelen repetir muchas veces la misma idea, lo que acaba produciendo un espejismo de verdad.
Por eso, los llamados “cotejos de datos” o fact checking no funcionan.
Para ellos y sus seguidores la realidad depende de su poder, su principal y única fuente de legitimación.
Señala que los humanos estamos predispuestos a ser engañados y las personas inteligentes pueden actuar de manera estúpida.
Afirma genialmente que el castellano distingue entre estar equivocado y ser insensato.
Y somos más insensatos.
En los “marcos de insensatez”, los humanos terminamos normalizando lo que es disparatado. Para mí, un ejemplo claro es la habituación a la violencia en México.
Los humanos tenemos una enorme fascinación por el poder, solemos perdonar a los poderosos, y así se ha demostrado a lo largo de la historia en innumerables ocasiones.
Marina señala que las emociones impactan la toma de decisiones, el odio altera el juicio sobre la realidad al igual que la envidia y el resentimiento.
“El dogmatismo es una actitud cognitiva que se inmuniza contra la crítica, porque piensa que posee la verdad absoluta y que esa verdad merece un estatuto especial contra todas las doctrinas falsas. El fanatismo añade la vehemencia pasional”.
Cuando leía estos párrafos no podía más que pensar en algunas discusiones en redes sociales y el fanatismo que permea en una buena parte de Morena.
Marina afirma que la reclusión en un “marco de insensatez”, lleva a operar en un mundo autónomo, con el que el individuo se identifica.
En él encuentra su identidad e interpreta cualquier crítica como agravio, insulto o amenaza a su identidad.
Por ello, dice, las falsas creencias no se eliminan aportando evidencias en contra, sino manteniendo un espíritu crítico y una “apertura de mente”.