Opinión

Plomo en el aire y 50% de aranceles al acero: ¿problemas para NL?

Eloy Garza DETONA: No es la primera vez que brotan quejas sociales y denuncias civiles por la huella tóxica que deja la acerera Ternium en algunas de sus plantas en el territorio nacional.

Pero la contundente investigación que ayer publicó El Horizonte sobre la contaminación de óxido ferroso en la planta Guerrero, en San Nicolás de los Garza, Nuevo León, nos pone en alerta: el riesgo para la salud de los nuevoleoneses se incrementa cada día.

Enfermedades cardíacas y de vías respiratorias obligan a poner remedio pleno a fin de proteger a las familias de las colonias aledañas como Cuauhtémoc y Garza Cantú.

Si sumamos las recientes denuncias por la contaminación del arroyo La Talaverna, y de otros estados del país como Puebla, donde también se denunció la contaminación de esa empresa en el río Atoyac por la alta descarga de residuos tóxicos, algo debe hacer esta transnacional para retomar el rumbo de su reputación como empresa socialmente responsable.

Quizá los primeros asegunes de Ternium no suscintaron en Nuevo León, sino en Michoacán. Y no fueron de carácter ecológico. 

Esta empresa extractora de hierro, de capital ítalo-argentino, tuvo un litigio que trascendió a la entidad contra los 401 comuneros de Aquila, propietarios de las tierras de explotación.

Ternium instaló ahí la mina San Martín, en la Costa Sierra Nahua, que le dejaría, en promedio, utilidades anuales de alrededor de $300 millones de dólares.

La renegociación de las regalías fue un proceso legal muy sinuoso. 

Es verdad lo que dice la Cámara Nacional de la Industria Minera en México: los altos índices de extracción nos vuelven prácticamente una potencia minera que no hemos sabido ponderar en México.

Y es que estamos en el rango de los primeros lugares a nivel global en cuanto a producción de los 16 minerales con mayor demanda en el comercio internacional.

Por ello, propongo abiertamente crear una Secretaría de Minas que forme parte del Ejecutivo Federal y fomente la inversión privada en el ramo. 

Sin embargo, antes habrá que corregir errores de transnacionales como Ternium en casos como el de aquellos comuneros michoacanos que se quejaron de no recibir las regalías pactadas, que ascenderían a $30,000 pesos anuales en promedio como compensación de las molestias derivadas de la extracción de la riqueza mineral férrea, en un periodo de 90 años a partir de 2009.

De esa pugna se suscitó un duro litigio que se mantuvo muchos años. 

Si a eso le añadimos el nuevo arancel al acero y el aluminio que impuso Donald Trump, y que entró en vigor ayer —subiendo al 50% los impuestos a la importación de ese producto a tierra norteamericana—, los pronósticos financieros para Ternium se tornan muy delicados. Sobre todo porque Nuevo León es el estado con más ventas internacionales de acero. 

Por supuesto, lo que unas empresas podrían perder (Ternium), otras empresas locales lo podrían ganar (como Deacero, líder mundial de producción de alambres, aceros largos y aceros de refuerzo). 

Pero no se trata de buscar la competencia internamente, sino de ser competitivos regionalmente. 

Dice Marcelo Ebrard, secretario de Economía que “no se puede sostener en el tiempo este arancel, que se va a tener que ajustar”.

Sin embargo, no creo que este arancel dure poco tiempo. Va para largo. 

¿Qué hacer?

Por parte de Ternium, acabar con la emisión de contaminantes de óxido ferroso, cadmio y zinc, o aceptar que su mercado, a mediano o largo plazo, lo cubrirán otras marcas más comprometidas con la salud y la ecología, al menos en Nuevo León.