Samuel, mejor rézale a la Virgen de Guadalupe, ella sabe hacer llover

Amaro Campos DETONA desde Canadá y le sugiere al gobernador que se olvide de Tláloc.

Abraham Garza Garza nació en 1872 en una comunidad llamada Buena Vista, que pertenece al municipio de Sabinas Hidalgo, Nuevo León.

Ahí vivió toda su vida junto a su esposa María Inés Cantú, y procrearon seis hijos.

Era conocido y respetado en su comunidad, que era no más que un caserío donde habitaban cerca de cien personas y para todos él era llamado como el "Tío Abraham".

Era muy respetado por su bonhomía, pero sobre todo por su generosidad y su bondad.

Abraham tenía varias parcelas en donde sembraba y cosechaba, según la temporada, maíz, frijol, calabazas, sandías y lechugas, entre otros.

También miel

Y en el gran patio de su casa cuidaba un apiario que producía abundante miel de calidad.

De todos los productos de su trabajo, Abraham comercializaba una parte, una más era para el consumo familiar y regalaba la mayoría a todo aquel que acudía a su casa a visitarlo.

Era un devoto cristiano, seguidor de la religión católica y cumplía así a cabalidad el precepto de dar de beber al sediento y de comer al hambriento.

Su devoción lo llevó a bautizar a su hijo mayor con el nombre de Guadalupe, otros dos fueron Abraham y José, la única hija fue Sanjuana y también estaban Basilio y Julián.

Ocasionalmente, el Tío Abraham acudía a la parroquia de San José en Sabinas Hidalgo a solicitar que algún sacerdote fuera al poblado a celebrar una misa, ofrecía su casa para tal efecto y acudían todos los pobladores.

Faltaba algo...

Sin embargo, él sentía que hacia falta algo para que las eucaristías en casa fueran más solemnes: una imagen de formato grande de la virgen de Guadalupe que presidiera la ceremonia.

Se dio entonces a la tarea de buscar a un pintor que pudiera realizar la obra, y finalmente lo encontró.

No era un pintor profesional ni reconocido, pero hizo un trabajo muy original a satisfacción de Abraham:

Para su sorpresa el pintor no utilizó un lienzo, sino que realizó la imagen en un trozo de lámina con un formato de metro por metro y medio tomando como base una imagen impresa de la virgen.

La pintura de Guadalupe presidió así por mucho tiempo las misas en casa de Abraham y era la devoción del pueblo.

El milagro del cielo

Por aquellos tiempos, las temporadas de lluvias eran muy regulares, pero ocasionalmente el agua del cielo no llegaba y se presentaban sequías severas que hacían peligrar las cosechas y los pozos artesanos casi se secaban.

Los pobladores, desesperados por la falta de agua, decidían organizar una peregrinación por todas las calles del pueblo y para ello le pedían al Tío Abraham les prestara la imagen de Guadalupe que, cargada en hombros, presidiera los recorridos donde iban orando con fe y pidiendo un milagro al cielo: lluvia.

Y el milagro ocurría: ese mismo día por la noche o al día siguiente llegaba una buena cantidad de agua que venía a salvar las cosechas y a aliviar la sed de la gente.

La pintura de Guadalupe, con más de cien años de antigüedad, ha ido pasando de propiedad entre los descendientes de Abraham.

Y lo sorprendente es que con el paso del tiempo conserva los colores originales y la placa de lámina sobre la que está pintada no ha sufrido deterioro alguno, nada de oxidación.

La pintura de Guadalupe del Tío Abraham existe y está colgada en una pared muy especial en una casa de familia.

P.D. En lugar de invocar a Tláloc, Samuel García debería mejor rezar a esta virgen de Guadalupe para que lleguen las lluvias a Nuevo León.
¡Así sea!
Amaro Campos

Psicólogo de profesión por la UDEM, periodista y editor de oficio por vocación en EL NORTE, por varias décadas. Y luego de vivir una temporada en Chicago se trasladó con su esposa, que es escritora, a Canadá. Desde el 2010 es ciudadano mexicano-canadiense y reside en Vancouver. No tolera a los radicales que están en contra de todo y a favor de nada. Le gusta la música, tiene la colección de José Alfredo, los Beatles y Yanni.