Sheinbaum se deshace
La verdad es que en 56 ciudades del país miles de personas de todas las edades, sexo y condición social salieron a repudiar a Claudia Sheinbaum y a su partido político.
El gobierno mandó cuerpos de choque para silenciar a golpe de tolete y patadas en el cuerpo de inocentes las arengas que se gritaron en las calles:
¡Fuera Morena!, ¡Fuera el narco gobierno!, ¡Vete Sheinbaum!
La represión no fue para castigar a los que tiraron las murallas de acero, fue para desacreditar una manifestación auténtica y espontánea que tiró de una vez por todas y para siempre la popularidad de la señora Presidenta.
Eso es lo que más duele y preocupa al grupo que ostenta el poder, que esté germinando una insurgencia social harta de un régimen inepto, corrupto y coludido con el crimen organizado.
Mientras decenas de jóvenes, adultos y niños sufrían en el rostro, cuerpo y ojos los efectos de la represión policiaca, Claudia Sheinbaum –arropada por la gobernadora de Campeche– se engallaba en su soberbia:
“Entre más me critican, más fuerte soy”
Valiente fortaleza la de una mandataria que ordena golpear a ciudadanos para que no la critiquen, no, no solo no es fuerte, Sheinbaum es la titular del Ejecutivo federal más débil en los últimos 90 años.
Y su debilidad no solo es política e institucional, su debilidad es sobre todo moral, la sociedad no le perdonará nunca que haya preferido proteger a los narcopolíticos de su partido, en lugar de defender los derechos de sus gobernados.
En las escenas de violencia que hubo en el Zócalo quedó claro el mensaje.
Sheinbaum utiliza la fuerza del Estado para reprimir a ciudadanos, pero no toca a los delincuentes, luego entonces, su gobierno es para atacar a los primeros y defender a los últimos.
La marcha de la “Generación Z” es sólo una de las muchas protestas que crecen y se multiplican día a día, hay una Presidencia de la República cada vez más cercada por la inconformidad social.
Ya no tiene el apoyo de la mayor parte de los sectores sociales del país, agricultores, ganaderos, trasportistas, médicos, juzgadores, Iglesia Católica, empresarios, comerciantes, militares en retiro, víctimas de la violencia, se organizan para decir: ¡Ya basta!
Y hay algo más que trató de hacer el gobierno:
Quitarle a la marcha un sombrero, el sombrero de Carlos Manzo, ícono nacional de lucha contra el crimen organizado y la protección gubernamental a la delincuencia.
El Movimiento del Sombrero le estorba a Morena.
¿Por qué? Porque ya le arrebató a la Cuarta Transformación el monopolio de la lucha social, esa organización no salió de la burocracia de los partidos, sino de uno de los sectores más agraviados por el abandono del gobierno federal y el poder del narcotráfico.
Para demostrar su supuesto poderío, el gobierno anunció que festejará en Diciembre el séptimo año de la Cuarta Transformación con una marcha a la que bautizará como “La Marcha del Tigre”.
Con esto, el régimen advierte que utilizará la fuerza política, social y militar para seguir reprimiendo la inconformidad e impedir a futuro la alternancia en el poder.
