Vino mexicano en la carta: ¿moda, compromiso o convicción?
Hoy, muchas cartas abren con etiquetas nacionales, pero la pregunta sigue en el aire:
- ¿realmente lo pedimos?
- ¿O seguimos eligiendo por país, por precio o por costumbre?
La escena del vino mexicano ha crecido como pocas.
Con más de 500 bodegas en el país y presencia en estados como Baja California, Querétaro, Coahuila, Guanajuato, Zacatecas y San Luis Potosí, la diversidad de estilos, climas y suelos ha dado lugar a etiquetas de gran calidad, reconocidas internacionalmente.
En Monterrey, cada vez es más común encontrar vinos nacionales en restaurantes de distintos perfiles: desde fine dining hasta spots casuales.
Algunos incluso abren sus cartas con una sección dedicada a etiquetas mexicanas.
Y eso habla bien, pero también invita a preguntarnos si su presencia es por moda, compromiso comercial o verdadera convicción gastronómica.
Consumir vino mexicano es apostar por una industria que genera empleos, impulsa regiones vinícolas emergentes y está logrando reconocimiento en el extranjero.
Además, suele tener un perfil de sabor que marida mejor con la cocina mexicana, y una menor huella ambiental en comparación con etiquetas importadas.
Aun así, hay barreras por romper: la percepción de que el vino mexicano es caro, la falta de conocimiento de bodegas locales, o simplemente la costumbre de elegir por origen: España > Francia > Argentina.
En datos de mercado, se estima que en Monterrey los vinos más consumidos siguen siendo los de origen español y argentino, seguidos de los franceses.
El vino mexicano representa cerca del 30% del consumo en restaurantes, aunque la cifra puede variar según el tipo de lugar y su propuesta.
No se trata de tomar vino mexicano por nacionalismo.
Se trata de reconocer que hay talento, pasión y calidad en nuestras propias tierras.
Y si algo sabe Monterrey, es reconocer el trabajo bien hecho.
Quizá es momento de mirar la carta con otros ojos... y levantar la copa con un poco más de convicción.