Creed III / EUA, 2023
La tercera parte de la franquicia de Creed coloca al boxeador (Michael B. Jordan) ahora retirado, cuidando su negocio de llevar a boxeadores a la cima, como le sucedió a él.
De la nada, le cae el pasado en la forma de Damian (Jonathan Majors, Kang en las películas de Marvel), que 20 años atrás aspiraba a ser lo que Adonis Creed logró ser, campeón consumado del cuadrilátero.
Claro que hay drama en ese encuentro, que de ser tal, se convierte en choque de fuerzas opuestas al ir conociendo parte del pasado de Adonis y que sucedió cuando era un joven rebelde sin causa.
Jordan, que dirige y actúa, toma bien la rienda de la tercera parte, ahora totalmente sin la presencia del Rocky de Sylvester Stallone, y la fórmula es conocida: es lograr un común acuerdo con lo que Adonis era antes y lo que es hoy.
Según Stallone en entrevista, las películas ya son Creed, no Rocky y le dijeron “bye” para tomar caminos diferentes después de la parte dos, donde Adonis se sobrepone a figuras imponentes como el hijo de Drago.
Pero sí, es de señalar que de verdad, sin Rocky en la esquina, esos zapatos del hombre que debe manejar al boxeador en la esquina a través de intensos rounds, no los logra llenar muy bien que digamos el Wood Harris.
De hecho es cierto, esta secuela se mete en la parte oscura del personaje de cosas que en otras películas que se puede decir ni se consideraban en las de Rocky.
En estos años de la postmodernidad, ningún ser humano puede ser perfecto.
Y de ahí la historia deambula a la Rosa de Guadalupe: La Película, con Adonis y sus remordimientos, deambulando por Los Angeles con lágrimas en los ojos y por el estilo el coraje por dentro de Damian por cosas sin recibir satisfacción.
En fin, el fuerte de todas las películas es cuando el personaje se sobrepone mediante esfuerzo y sacrificio… y caray en cada película salen más musculosos… para dar paso a las peleas ejemplarmente confeccionadas para impresionar (por cierto, hay un cameo del Canelo Alvarez).