Las arenas del fuego
Nada ha cambiado. La guerra interna de México. Nuestra milicia. Presuntas células del crimen organizado. Todo el territorio nacional. Arden nuestras montañas. Se queman los ríos. Las ciudades a tiro cruzado.
Ni código de ética. Tampoco la toma de prisioneros. La justicia se cobra con el tiro de gracia. Marinos, tropa de pie y aérea conocen las ubicaciones reales de los grandes capos.
Escapar del ojo avizor. C5. C4. Grupos de elite. Topetones. La vergüenza, la mancha purpura de las imágenes. Mátalos en caliente, la rebelión porfiriana y villista.
La visitaduría de Derechos Humanos siempre a destiempo. Emiten recomendaciones. Los muertos ya se enfrían tres metros bajo tierra, en el fuego eterno...
Criminales, fuerzas del orden y militares, a todos los rige la misma ley de la vida
Quienes cantan las penas espantan a los oyentes. Las palabras demoledoras de las instituciones. Mapa de fosas comunes en los centros penitenciarios. En los alrededores. Custodios van. Custodios se cuadran a los hampones.
Va la espada en prenda. Los soldados van pronto a recuperar el calibre 50. Del Usumacinta hasta el rio Bravo no te pares. Dale. Dale. Acelera. No pares sigue, sigue.
Señor presidente no le sople al fogón. El horno no está para bollos. Las mejores empresas, las más ordenadas, no son las inversiones de Corea del Sur, Canadá o los Estados Unidos de América.
Es la industria del fentanilo fantasma
Sinaloa, la clika de Juárez, Tijuana, del Golfo, Jalisco Nueva generación, la Unión Tepito.
Nadie por la libre. Todos por encima de la ley.