Mentores: esos sabios que necesitamos, aunque no los pidamos en la app
Y entonces, como por arte de humildad, aparece una figura que no sabías que necesitabas: el mentor.
Ese personaje que no siempre tiene la respuesta más moderna, pero sí la más sensata.
Que te escucha sin necesidad de agendarte en Calendly.
Y que, aunque no te dé una plantilla de Notion, te dice exactamente lo que necesitas oír… aunque duela.
¿Qué podemos esperar de un mentor?
Que son guías. No gurús.
Que no están para decirte qué hacer, sino para ayudarte a pensar mejor lo que vas a hacer.
Y que su verdadero valor está en compartir experiencia, en abrirte la mente y —spoiler— en recordarte que no eres el centro del universo.
Porque sí, tener títulos, followers o startups suena increíble…
Pero nada reemplaza a alguien que ya tropezó antes que tú y no se avergüenza de contarlo.
¿Qué hace un buen mentor?
- Escucha más de lo que habla: No es ese que interrumpe para contarte su éxito, sino el que te deja procesar tu caos.
- No te da la solución, te empuja a encontrarla: Y no, eso no es lo mismo que ser pasivo. Es confiar en que puedes… pero sin dejarte solo.
- Te incomoda con elegancia: Como cuando te dice: “¿Ya pensaste en qué estás evitando?” Y tú sonríes, pero por dentro lloras.
¿Y por qué lo necesitamos hoy más que nunca?
Porque vivimos en la época del “hazlo tú mismo”, pero eso no siempre significa que debashacerlo tú solo.
Porque entre tanta información, lo que más falta es orientación.
Y porque hay cosas que no se aprenden en ningún curso… pero sí en una conversación con alguien que ya estuvo ahí.
Además, en un entorno donde todo cambia cada cinco minutos, el mentor no es quien te dice qué camino tomar, sino quien te enseña a caminar con criterio.
Mentores de verdad vs. influencers con consejos
Un mentor no te dice “sal de tu zona de confort” con una frase cursi sobrepuesta a una montaña.
Un mentor te pregunta: ¿qué hay fuera de tu zona de confort que te da miedo ver?
Y ahí es donde se abre la conversación real.
Mentoría no es que alguien te diga lo que quieres oír.
Es que alguien se atreva a decirte lo que nadie más se atreve… pero con respeto y propósito.
Reflexión sin filtros (porque tu mentor no los usa)
Si aún no tienes un mentor, búscalo. No por moda, sino por hambre de crecer.
Y si ya lo tienes, cuídalo.
Agradécele.
Y, sobre todo, aprovecha cada conversación como si fuera una clase que no vas a encontrar en Google.
Y si un día tú te conviertes en mentor, recuerda:
No estás ahí para moldear mini-túes.
Estás ahí para acompañar procesos… sin apagar la chispa del otro.