Tendencia
Todos queremos conocer el futuro, pero es imposible.
En particular, nos interesa conocer el comportamiento de la economía, las oportunidades o amenazas que trae consigo.
Por eso, bancos, instituciones y agencias hacen estimaciones, porque sus clientes quieren esa información, aunque sepan que no será siempre atinada.
Conforme hay más datos del comportamiento de la economía, es más clara la desaceleración, que ya llega a números rojos en la creación de empleo, el crecimiento del consumo, la inversión, e incluso, a indicadores compuestos, como los que publica el INEGI para tener una idea general de la economía.
Con base en el indicador compuesto coincidente, construí una serie en la que mido el valor publicado contra la tendencia de largo plazo que, como usted sabe, ronda 2.2% de crecimiento anual desde 1980.
Con esta serie, son muy claros los eventos de gran importancia como la crisis de 1982, cuya recuperación fue interrumpida con una nueva crisis en 1986; el cambio de rumbo (apertura) que llega a su fin cuando Pedro Aspe decide reducir la banda de flotación, de 40 a 20 centavos diarios (porque su exprofesor Rudiger Dornbusch había sugerido ampliarla a un peso), provocando con ello una sobrevaluación del peso que llegó a su fin con la crisis de 1995.
También es muy clara en la serie la recuperación posterior a esa crisis, que termina hacia 2001 con la combinación de la recesión dot com y el ingreso de China a la OMC, y entramos en un periodo diferente.
Las caídas ya no tienen una recuperación inmediata, sino que funcionan como un escalón.
Sin importar mucho lo que significan los números, con esa crisis pasamos de niveles de 135 a 120, en donde estuvimos hasta la llegada de la Gran Recesión de 2009, por la que bajamos al escalón de 110 unidades.
Pero aquí viene lo interesante para el futuro.
Sin crisis externa, como las que hemos mencionado, a partir del tercer trimestre de 2018 iniciamos una nueva caída.
Adivinó: es la cancelación del aeropuerto, a lo que siguió una serie de medidas destructivas.
Ya habíamos pasado al escalón de 100 unidades antes de que empezara la pandemia, pero la recuperación de este evento no nos llevó de regreso a ese nivel.
El punto más alto, después de la caída, ocurrió en diciembre de 2023, con 98 unidades.
De ahí, nuevamente hacia abajo.
Al ver este comportamiento, queda claro que, más allá de pandemia “anillo al dedo”, con la cancelación del aeropuerto inicia un proceso de contracción de la economía, o si quiere verlo mejor, un crecimiento muy inferior al promedio de los 38 años previos, que en este tipo de serie implica una contracción.
Lo interesante es que lo ocurrido desde fin de 2023 hasta los últimos datos que tenemos es una continuación de lo que ocurría antes de la pandemia.
Por tanto, parece posible estimar el comportamiento futuro con base en esa dinámica.
Mientras que el crecimiento del tercer trimestre de 2018 al último de 2023 fue ligeramente inferior a 0.8% anual, siguiendo la serie que le comento podemos esperar que de entonces al cierre de 2027 ese crecimiento ronde 0.4% cada año.
Es decir, en el último trimestre de 2027 la economía mexicana será 1.7% mayor al valor que tuvo en diciembre de 2023.
Claramente, esto podría ser muy diferente.
Nada más estoy identificando una tendencia.
Un golpe fuerte del exterior, como son las locuras del rey Donald, que pueden moverla a la baja.
Un milagro puede moverla al alza.
Cabe mencionar que al último trimestre de 2024 efectivamente el crecimiento es de apenas 0.4% frente al cierre de 2023. Todo indica que este año el dato puede ser negativo, y el próximo tal vez sea al contrario.
Lo relevante es que, sin cambios de fondo, la tendencia es la que hemos visto.