A Coyoacán, los restos de Hernán Cortés

Debe cumplirse la voluntad de Hernán Cortés de descansar en su añorado Coyoacán...
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Luego de visitar el recinto donde murió Hernán Cortés, cerca de Sevilla, regresamos a nuestro querido Coyoacán, de especial aprecio para el fundador del actual ayuntamiento, quien ordenó el reposo de sus restos en esta antigua villa, sin que hasta ahora se haya cumplido su voluntad.

En su testamento, Cortés instruyó a sus herederos construir con su pecunio un convento para monjas en Coyoacán, donde erigieran su sepultura, pero en ambos mandatos los beneficiarios fueron omisos, pues como no se construyó el convento, tampoco se edificó su tumba.

Al nacer nuestro país a la vida independiente, exacerbado el odio contra los españoles, la osamenta pudo haber sido objeto de vandalismo, pero el ilustre Lucas Alamán resguardó los huesos de Cortés en un nicho oculto en la iglesia de Jesús Nazareno del Hospital de Jesús, hoy visible en un muro al lado del altar.  

En 1826, el duque de Monteleone, residente en Sicilia y descendiente del conquistador, nombró a Lucas Alamán apoderado de sus bienes en México, heredados en calidad de marqués del Valle de Oaxaca, título concedido a Cortés por Carlos V.

Ocurrió así algo absurdo: un noble siciliano que jamás puso pie en México, ajeno al sudor y trabajo de miles de peones mexicanos, él y sus antecesores los Pignatelli, se beneficiaron durante dos siglos por las vastas propiedades que heredaron de Cortés, no solo en Oaxaca, sino en Morelos, Texcoco, Otumba, Chalco, Toluca, Tuxpan, entre otros lugares, y desde luego también en Coyoacán.

En buena hora las haciendas azucareras del duque Monteleone en Cuernavaca y en Atlacomulco fueron confiscadas en abril de 1833, y luego siguió el resto de los bienes.

Poco después, el 22 de mayo de 1833 fue aprobado el siguiente decreto de expropiación:   

“Artículo 1°. El Gobierno entrará en posesión de los bienes nacionales situados en el Distrito, y que posee actualmente un descendiente de Hernán Cortés, conocido con el título de Duque de Monteleone.

Artículo 2°. Las rentas de las fincas se dedicarán exclusivamente a sostener escuelas públicas y gratuitas en los pueblos del mismo Distrito, situados fuera de las garitas de esta ciudad.

Artículo 3°. De dichas rentas se deducirá lo necesario para sostener en el Hospital de S. Andrés un número de camas igual al que se halla establecido en el Hospital de Jesús.

Artículo 4°. El edificio de este hospital se arrendará, y sus rentas se aplicarán a los objetos de que hablan los dos artículos anteriores”.

Mientras que el Hospital de San Andrés desapareció, el Hospital de Jesús, fundado en 1524 por el capitán general, continúa brindando servicios de salud a personas de medianos recursos a través de un patronato privado y sigue arrendando locales a pie de calle a una zapatería, en la avenida 20 de noviembre.

Sin embargo, en opinión del suscrito, debe cumplirse la voluntad de Hernán Cortés de descansar en su añorado Coyoacán, y el lugar idóneo para ello, a falta del convento, es la iglesia de la Inmaculada Concepción, conocida como La Conchita, edificada por orden del mismo conquistador, actualmente a cargo de los franciscanos.

La decisión corresponde a los descendientes de Cortés, no al reino de España, y debe contar con la aprobación del gobierno mexicano...

...pero no existen hoy las condiciones adecuadas para el traslado de sus restos a Coyoacán, pues hace falta consciencia a unos y magnanimidad al otro para lograr un México reconciliado.

DETONAMOS este artículo publicado en Milenio, con autorización de su autor.

Agustín Gutiérrez Canet

Periodista y Embajador de México en retiro. Licenciado en comunicación por la Universidad Iberoamericana. Diplomático de carrera, representó a México como embajador en Rumania (2013-2016), en Finlandia, concurrente en Estonia (2008-2013) y en Irlanda (1995-1996). Fue cónsul general en Hong Kong y en Macao (1991-1995), ministro y jefe de cancillería en España (1989-1991), consejero en Italia (1985-1986) y representante alterno ante la FAO en Roma (1986-1987). En la Secretaría de Relaciones Exteriores fue director general de Comunicación Social (1982- 1985) y subdirector general de Prensa Extranjera (1980-1982). De 2003 a 2005 fue coordinador de Información Internacional en la Presidencia de la República y director del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Iberoamericana (1998-2002).