¿Cómo aprender a pasar las olas?

El color vino y cuando se deja a un lado la razón para hablar con el corazón

Ana Laura Martínez DETONA: “Allí donde habla el corazón, es de mala educación que la razón lo contradiga”.

En el vasto océano del arte, cuando nuestros ojos se sumergen en una obra, se desencadena una marea de emociones que nos envuelve.

Es como si la mirada dirigida hacia la creación artística se asemejara a la intensidad con la que contemplamos a nuestro ser amado, desatando un baile de memorias y sentimientos que se despliegan como olas en el mar.

Cada trazo y matiz se convierte en un eco de nuestra propia historia, una ventana hacia el alma donde nos encontramos a nosotros mismos reflejados en la obra.

En este viaje mágico entre el espectador y la obra, la mente se sumerge en un océano de pensamientos y emociones, donde cada detalle se convierte en un vínculo que une el lienzo con el alma.

Es un encuentro sagrado de cognición, donde las imágenes y escenas se entrelazan con las emociones más profundas, como corrientes que nos llevan a lo más hondo de nuestro ser.

Eso es, sin duda, lo que el arte es para mi alma, para mi cuerpo, ese momento en el que una obra te atrapa o las letras que dan vida a una obra literaria, se quedan guardadas en tu memoria. 

“Allí donde habla el corazón, es de mala educación que la razón lo contradiga”.

Frase de Milán Kundera, que aparece en el libro “La insoportable levedad el ser”, uno de los libros que me han marcado y que justo hoy amanecí recordando en medio de este torbellino de sensaciones que el arte me provoca.

No puedo evitar confesarte que cada instante, es un susurro de tu nombre en mis pensamientos, que cada bocado y cada sorbo lleva impregnado tu sabor, que en cada latido de mi corazón resuena tu presencia omnipresente.

Porque para mí, hoy, la vida misma eres tú, en cada hora, en cada rincón del universo.

La rendición, como las olas que se funden con la orilla, es un acto de paz y aceptación que transforma nuestras vidas.

Es un reconocimiento de que no todo está bajo nuestro control y una invitación a fluir con la corriente de la existencia. Aprender a amarnos y respetar nuestros propios procesos es el primer paso hacia la verdadera paz interior.

En este mar de experiencias, he aprendido que no todas las conexiones están destinadas a perdurar para siempre.

Algunas personas llegan a nuestras vidas para enseñarnos lecciones valiosas, mientras que otras nos muestran cómo no queremos ser tratados, otras nos muestras simplemente que con el hecho de leernos llenan nuestra vida de magia y también el hecho de que algunas relaciones deben llegar a su fin es parte del proceso de crecimiento o en dado caso hacer de esa relación algo más sólido es más bien, parte de la evolución personal.

Mi círculo de amigos se ha reducido con el tiempo, pero no es porque me haya cerrado a nuevas relaciones.

Más bien, he aprendido a valorar la calidad sobre la cantidad, buscando conexiones más profundas y significativas donde pueda ser yo misma en toda mi autenticidad. 

En el arte del vínculo humano, la humildad y la vulnerabilidad son ingredientes esenciales.

Solo a través de la apertura y el amor verdadero podemos construir relaciones auténticas y significativas. 

Es un acto de valentía permitirnos conectar con los demás, incluso sabiendo que podemos salir heridos en el proceso.

El presente es un regalo, una oportunidad para vivir plenamente y abrazar cada momento con gratitud.

No sabemos qué nos depara el futuro, pero podemos encontrar paz y alegría en el momento presente, donde cada respiración es una invitación a vivir con plenitud y autenticidad.

En un mundo marcado por la fugacidad y el cambio constante, aún persisten las conexiones que trascienden los límites del tiempo y el espacio.

En la calma de la noche, en los susurros del viento, se encuentra la telepatía silenciosa que une a los corazones destinados a amarse.

En estas palabras, se entreteje la creencia en la eternidad del vínculo humano, en la fuerza de las almas que permanecen unidas a pesar de las distancias físicas. 

Porque no toda separación implica un adiós definitivo, ni todo silencio es señal de olvido, no es un punto final, son puntos suspensivos.

Detrás de cada gesto, cada mirada, cada suspiro, se esconde el eco de un amor que trasciende los límites del entendimiento humano.

Es la conexión invisible que une a dos personas más allá de cualquier obstáculo, una fuerza que persiste incluso en los momentos más oscuros y desafiantes.

En el corazón de esta creencia yace la esperanza, la certeza de que el amor verdadero es capaz de superar cualquier barrera impuesta por el tiempo o la distancia.

Es un recordatorio de que, incluso en los momentos de silencio y separación, el vínculo entre dos almas permanece intacto, esperando el momento adecuado para manifestarse una vez más en toda su plenitud.

Así, en medio de la incertidumbre y el caos del mundo moderno, estas palabras nos recuerdan la belleza y la fuerza del amor verdadero, una fuerza que trasciende los confines del tiempo y el espacio, uniendo a las almas destinadas a encontrarse una y otra vez, en esta vida y más allá.

Quien se entrega al amor no pierde, la verdadera pérdida yace en aquel que teme amar, así que de mi parte, voy de gane.

En el vasto horizonte del océano de la vida, donde las olas del destino se elevan y caen como los latidos del corazón, encontramos que dejar ir es el primer paso para permitir que algo nuevo entre en nuestras vidas, o incluso, dejar que nosotros mismos nos vayamos es el inicio de una historia de amor significativa.

Como las olas que rompen en la costa, nuestras emociones pueden ser turbulentas y desafiantes de navegar.

Pero al igual que el mar, el amor tiene el poder de sanar y transformar, de unirnos en nuestra vulnerabilidad compartida y darnos fuerza para seguir adelante en nuestro viaje hacia la autenticidad y la conexión genuina.

En este viaje emocional, la idea de soltar lo que nos aferra al pasado se convierte en un faro de luz, guiándonos hacia nuevas oportunidades y experiencias que nos enriquecen y nos hacen crecer como seres humanos.

Es un acto de confianza en el universo y en nosotros mismos, una señal de que estamos listos para recibir lo que la vida tiene reservado para nosotros.

Como las olas que se retiran para dar paso a la próxima marea, soltar lo que ya no nos sirve nos permite abrirnos a lo nuevo y lo desconocido, confiando en que cada ciclo de la vida trae consigo lecciones y oportunidades únicas.

En el ámbito de mi amor, la idea de persuadir a alguien a elegirme se disolvió completa y absolutamente en la vastedad de mis mares, en la profundidad de mis abismos personales, porque si algo que jamás haría, sería pedirlo, eso se da y si no se da.

Entonces la libertad y la autenticidad de los sentimientos son las brújulas que guían nuestro viaje y para digerirlo tuve que meter mucha razón, aceptación y cobijo a mi alma, porque es lo que hay. 

Si alguien tiene algo mejor en otro lugar, respeto dicho acto de amor y me respeto a mí misma, dejando ir esa idea, tirándola a la basura y continuar mi búsqueda de un amor en presencia y plenitud, un amor, con el que se pueda compartir la vida, porque entonces solo nos habitamos en los instantes. 

Permitirles a los demás seguir su propio camino, incluso si eso significa aceptar la realidad o dejarlos ir es un gran acto de valentía. 

Al igual que las olas que se funden con el horizonte, permitir que el amor fluya libremente nos lleva a un lugar de paz y aceptación, donde la verdadera conexión puede florecer. 

Acepto el ahora, no sé el después.

En última instancia, hoy el amor en mi vida se revela como algo más profundo que la mera pasión o el deseo.

Es un estado de sensibilidad y apertura hacia el otro, una forma de ser que nos permite experimentar la belleza y la plenitud de la vida en toda su magnitud.

Como las olas que acarician suavemente la costa, la sensibilidad es nuestra guía en este viaje, recordándonos que ser auténticamente nosotros mismos es la forma más hermosa de vivir y de amar. 

Hay aquellos con quienes se comparte el espacio físico, y hay otros con quienes te fundes en una danza etérea de almas.

Me gusta imaginar que este amor que me embarga, tiene un color, un tono: vino, semejante a tu saco.

Ana Laura Martínez

Reconocida escritora, artista conceptual y oradora de TED Talks, se destaca como fundadora de la comunidad global literaria "Ana Laura Libros" y del innovador proyecto "ATELIER". En este laboratorio mexicano, fusiona sus habilidades artísticas y literarias para transformar emociones en procesos artísticos. A través de su incursión autodidacta, Ana Laura ha ampliado su enfoque, sumando el título de ARTISTA CONCEPTUAL a su faceta de ESCRITORA. Su creatividad se manifiesta en proyectos como Deconstrucciones Decorativas, Maison Tables, Denim Statements, Caligraphy Art, 28x21 Arte, Editorial ALL, Ingeniería To Go y Letras al Vacío Salinas, reflejando la diversidad de su talento en el mundo artístico y literario.