Opinión

¿Talismán o Mar Muerto?

José Luis Galván Hdz DETONA® “Eres como el mismísimo Mar Muerto”, me soltó un día Valentín, con esa sinceridad de los amigos que no temen herir.
https://vimeo.com/1091444957
Hablaba de la energía, de la vibra que, según él, arrastraba conmigo cada vez que iba a apoyar a mis Tigres y, sin querer, propiciaba su derrota.

A pesar de esa fama, siempre me he considerado un hombre afortunado.

He llegado tarde a partidos y, como si el destino me aguardara, mi presencia ha sido “un talismán” que revierte marcadores. 

Creo que la suerte tiene raíces invisibles.

Que viene de lejos, heredada.

De mis padres, quizás.

Ellos se fueron de este mundo, pero su energía sigue aquí, suspendida como un eco.

Por las noches, les hablo en voz baja: les pregunto cómo será el otro día.

Imagino que, desde otra dimensión, escuchan y responden con señales que solo el corazón sabe leer. 

Por eso creo en el destino.

En esa red de hilos invisibles que nos amarra a hechos, lugares y personas.

A veces pienso que las pérdidas son instrucciones crípticas para hallar un camino.

Precisamente ahora que el fútbol está en su apogeo con el Mundial de Clubes, se me vino a la mente el entrenador del PSG, Luis Enrique.

Se apartó del fútbol para acompañar a su pequeña Xana, su hija, quien sufrió el infortunio de un cáncer a los 9 años, la enfermedad se la llevó al cielo.

Años después, regresó al banquillo, resiliente, con la calma de quien ya ha visto de cerca la fragilidad de la vida. 

En Champions llevó a su equipo a la final que se jugó en Alemania, contra el Inter de Milán.

Había un dato curioso: las últimas cuatro finales jugadas en ese estadio las había ganado siempre el equipo que nunca se había coronado.

No podía haber quinto malo.

Y no lo hubo.

Luis Enrique alzó la Champions y, en las gradas, la afición desplegó una manta enorme: él ondeando la bandera parisina y, a su lado, su hija Xana con la camiseta del PSG. 

Creo que la suerte, las vibraciones, las energías… también las fabricamos nosotros.

Días atrás, me encontraba en Alemania por trabajo, y buscando ir a España, conseguí un vuelo barato de Berlín a Madrid.

Allá, por azares que parecen guiños del destino, toreaba un mexicano, Luis David Adame, en Las Ventas.

La tarde fue un desastre: cornearon al mexicano y a sus compañeros.

Por un momento sentí que cargaba conmigo el Mar Muerto.

Pero los toreros regresaron al ruedo.

No hubo orejas, pero sí sol, arena y vino.

Esa noche, en el barrio “La Latina”, en la calle “Cava Baja” que está repleta de bares, la mayoría veía otro partido: Real Madrid contra Pachuca, del Mundial de Clubes. 

  • Hoy, domingo, despierto con esos recuerdos.
  • Después de desayunar barbacoa con mi familia, iré a misa.
  • Hablaré con Dios, con mis padres.

La liturgia me arrulla, pero mi mente suele viajar a otros santuariosmás íntimos que una iglesia.

A la una, quizá seré talismán del PSG… o el Mar Muerto en persona.

Ya en la noche, mientras releo estas líneas y corrijo el artículo, sabiendo del resultado: el PSG cayó en la final.

Pero creo que la magia sigue ahí.

La suerte es una moneda lanzada al aire; las vibraciones, un escalofrío cuando pensamos en quienes ya no están, pero aún nos rodean; y el destino… quizás no sea un capricho divino o simple azar.

Quizás es el susurro de los ausentes, guiándonos, empujándonos, recordándonos que, tras la pérdida más devastadora, siempre habrá una final esperándonos.

Y en esa final, más allá de copas y victorias, la verdadera gloria es saber que, en las gradas de la vida, invisibles pero presentes, están aquellos que amamos y siguen celebrando con nosotros.

Afuera, en mi terraza.

Miro al cielo, buscando a mis padres entre las estrellas, y sonrío.

Les lanzo una pregunta que me sale del alma: ¿Talismán o Mar Muerto?
https://vimeo.com/1015118818
https://vimeo.com/1089261994