¡Qué confusión!

Aquel día, la mañana estaba muy tranquila en la sala de redacción del periódico...

Por lo general, así es el inicio cada día en un diario.

Pero a medida que pasan las horas, esa tranquilidad se transforma por la tarde noche en ruido, alboroto, correr de la gente, prisa porque se acerca la hora del cierre.

La aparente quietud de esa mañana fue rota por el incesante timbre del teléfono de Ricardo, el jefe de la redacción, quien al contestar escuchó alguien que le dijo: "hay un incendio en el condominio Monterrey", y colgó.

El jefe de redacción llamó de inmediato al reportero que estaba más a la mano: "rápido Lucio, ve con un fotógrafo al condominio Monterrey, me acaban de reportar un incendio. Te reportas."

Pasados unos minutos, el reportero llama a su jefe: "estamos en el condominio Acero, pero aquí no hay ningún incendio, ni bomberos o gente en pánico, aquí no hay nada."

"Te dije condominio Monterrey, pero fueron al Acero; acabo de hablar con el jefe de Bomberos y efectivamente hay un incendio, pero es los condominios Constitución, vayan rápido hacia allá." 

Pasan los minutos y de nuevo Lucio se reporta con su jefe: "así es, aquí sí fue el incendio de unos pinos de Navidad ya secos que la gente tiró en el parque y algún maloso les aventó un cerillo, pero ya todo acabó, los bomberos ya se fueron, solo queda un enorme charco de agua y al centro un montón de ceniza, aquí no haya nada que hacer, ya nos regresamos."

Para justificar la vuelta, el fotógrafo toma algunas gráficas y se van.

Ya en el periódico, Lucio le dice a su jefe que no hubo nada, que no hay nota.

"Por supuesto que hay nota", le responde Ricardo, "vas a escribir todo lo que pasó desde que inició la primera llamada hasta ahora que regresas; cuando la termines me la pasas y la revisamos." 

Lucio, obediente se pone a redactar lo que le pidieron, termina su nota, le saca una copia y la lleva al jefe.

Ricardo toma la nota que le pasa el reportero, le da una mirada rápida, luego levanta su cabeza y mira fijamente a los ojos del reportero, no le dice nada, solo esboza una disimulada sonrisa cuando ve el título que Lucio escribió a su nota, eran solo tres palabras: "El teléfono descompuesto."

La nota se publicó tal cual, con una foto del charco de agua y las cenizas.

Y fue un éxito!..

Amaro Campos

Psicólogo de profesión por la UDEM, periodista y editor de oficio por vocación en EL NORTE, por varias décadas. Y luego de vivir una temporada en Chicago se trasladó con su esposa, que es escritora, a Canadá. Desde el 2010 es ciudadano mexicano-canadiense y reside en Vancouver. No tolera a los radicales que están en contra de todo y a favor de nada. Le gusta la música, tiene la colección de José Alfredo, los Beatles y Yanni.