"Cuando el pobre tiene...
1.
… para carne, es vigilia”, reza el adagio popular que, en forma irónica, describe una de las constantes fatalidades humanas: los motivos que tenemos para festejar son ensombrecidos, con frecuencia, por alguna desgracia. La dulzura de una bendición se desvirtúa con la amargura de una maldición. Tal fatalidad, aunada a la exacerbada polarización que nos cubre con su manto destructor, logra que los recientes datos aportados por el CONEVAL (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social), sobre la pobreza en México, sean lo mismo festinados que cuestionados, acentuando unos, minimizando otros.
2.
Las cifras son duras. La población en situación de pobreza pasó del 41.9% en 2018 al 36.3% en 2022 (reducción de un 5.6%).
Si a ello agregamos los grandes rubros de la macroeconomía mexicana, que mantiene relativamente tranquilos a los grandes empresarios -el gasto público está controlado, al igual que la inflación; el endeudamiento está prohibido por mandato presidencial; no han aumentado los impuestos y no se han roto los tratados comerciales; y, como joya de la corona, el peso no se ha devaluado frente al dólar sino fortalecido- la 4T está de fiesta: los pobres son atendidos.
3.
Se podrá decir, yo le he comentado en entregas anteriores, que este alivio a la pobreza mayoritaria se debe, entre otros factores, al crecimiento de los salarios mínimos durante la actual gestión, a las transferencias a los adultos mayores y, especialmente, el notable incremento de las remesas que llegan al país, sobre todo de los EUA -en 2018 nuestros conacionales enviaron a sus familiares 33 mil millones de dólares; en el 2022 la cifra aumentó a 58 mil 400 millones-.
Más aún, se argumentará que tal atención a los más desfavorecidos tiene motivos electorales. Pero los hechos están ahí: hay que aceptarlos.
4.
Sin embargo, estos indigentes que ya tienen para carne… se encuentran con una vigilia cuaresmal.
Resulta que, de acuerdo a la misma fuente, el porcentaje de los mexicanos sin acceso a los servicios básicos de salud pasó del 16.2% en 2018 al 39.1% en 2022, o sea, un 22.9% más.
El rezago educativo también sufrió modificaciones a la alza: en 2020 había 24.4 millones de mexicanos que lo padecían, mientras que en 2022 ya son 25.1 millones.
Hay más recursos en circulación para la gente pobre, pero no le sirven para cuidar su salud ni su educación. Y esto lo resaltan los opositores a AMLO.
5.
Pero hay otro matiz importante: si en el año del 2018 cerca de 8.7 millones de mexicanos vivían en pobreza extrema, en el 2022 el número ascendió a 9.1 millones. Es decir: disminuye la pobreza generalizada, pero aumenta la pobreza extrema.
¿A qué se deberá? Sin lugar a dudas hay un problema logístico de fondo: no es fácil llevar pensiones a las regiones más apartadas de nuestro país. Pero creo que también hay una convicción política, muy nefasta: en esos sitios no se vota, no hay posibilidades de obtener el sufragio a cambio de la dádiva, por lo que las ayudas públicas no llegan en la misma proporción.
6.
Qué bien, entonces, que se reduce la pobreza: ese debe ser el compromiso fundamental de cualquier gobernante en sociedades como las nuestras.
Qué mal que no se llegue al abatimiento de la pobreza extrema.
Es muy difícil no sospechar que los verdaderamente desvalidos, los más desprotegidos y vulnerables, y que no forman parte de ese mercado electoral tan atendido en los próximos meses, no importen para un proyecto que, paradójicamente, estableció como leit motiv: “primero los pobres”.
Ojalá y, ahora que el pobre tiene para carne, no le impongamos sobre su espalda una vigilia.
7.
Cierre icónico.
En Nuevo León pasa lo mismo:
Se redujo la pobreza en general, en estos últimos dos años, pero todavía tenemos a 60 mil personas en pobreza extrema.
Es de agradecer la sinceridad de la Secretaría de Igualdad e Inclusión al reconocer el dato, sobre todo en medio de esta cultura tan nuestra en donde preferimos exaltar nuestros supuestos logros. Presumimos tener las mejores universidades, hospitales, empresas, restaurantes, comercios -y hasta estadios-, pero no podemos estar tranquilos mientras un neolonés, uno solo, se encuentre en pobreza extrema.