Fortaleza Ciudadana

Cuidemos a los profes en este Regreso a Clases

Luis Gerardo Treviño DETONA aquí algunas razones por las que los profes están decidiendo renunciar a su vocación de enseñanza.

Ahora que estamos en el Regreso a Clases, tenemos que hacer algunos ejercicios para cuidar la calidad de la enseñanza y conservar a los catedráticos, quienes normalmente tienen una vocación para enseñar a los jóvenes, para abrirse paso en la vida mediante el conocimiento a nivel medio superior, licenciatura y postgrado; los hombres y mujeres que tienen el conocimiento y las especialidades y que lo quieren compartir con las siguientes generaciones; a esos mentores que son compartidos y que provocan que los nuevos profesionistas sean exitosos.

Ese capital humano al que se le retribuye con poco dinero con relación a sus capacidades o a su formación pero que insiste en trasladar la ciencia aplicada a los nuevos egresados.

Hay que cuidarlos, sobre todo en tiempos recientes que se han puesto de moda los protocolos en las diferentes escuelas de educación media y superior, relativas a lo que se debe hacer en caso de acoso y otras conductas sexuales que pudieran ser atribuidas a los miembros de las comunidades escolares, lo que puede estar muy bien, pues lo elemental y básico en una sociedad es que exista el respeto a los demás.

De lo que he podido platicar con amigos docentes es que existe temor fundado a que alumnos y alumnas se aprovechen de algunas circunstancias para denunciar hechos.

En muchos casos, las denuncias resultan no ser ciertas, o en otros se acusa de que éstos se les quedaron viendo con “miradas lesivas”, lo que luego no informan es que se hacen ver con su forma de vestir o los adornos que se instalan sobre su propio organismo con dibujos, tatuajes y accesorios como piercings u otros similares. Los mayores a veces nos asombramos de la generación a la que le dicen "de cristal", que no soportan luego ni una mirada, menos un regaño o apercibimiento por conducta académica inapropiada... creen que merecen todo sin el mínimo esfuerzo.

Este tema ha hecho pensar a algunos amigos académicos que son personajes muy serios, institucionales y con vasta experiencia en la enseñanza, en la conveniencia o inconveniencia de seguir siendo profes, pues han visto con desagrado como algunos alumnos que no tienen el adecuado rendimiento académico alertan con presentar quejas de ese tipo: otras personas sí lo han hecho, lo que abre procedimientos que lastiman el prestigio personal del profesor, todo por una mal estudiante que quiso obtener una nota aprobatoria cuando ni siquiera ha hecho el merito de estudiar lo suficiente.

Para acusar a los profes, existen protocolos en prácticamente todas las instituciones.

Esa parte puede estar muy bien si se sigue un procedimiento justo, que respete la privacidad; pero seguido nos encontramos con situaciones donde primero se hace público el supuesto hecho a través de redes sociales, y en muchos de los casos son situaciones inexistentes, pero el daño que causan al honor y la respetabilidad del mentor son irreparables.

Sé de casos donde han sido expulsados hasta de sus familias, de la institución donde trabajaban y prácticamente de la sociedad. Lo peor es que cuando ocurren, no tienen reversa; es decir su imagen ya fue maltratada... en estos casos lo que procede es demandar por el daño moral y la consecuencia económica de ese perjuicio.

En mi activismo, he sugerido que los profes deben tener apoyo de las instituciones universitarias y establecer protocolos desde la revisión de calificación de exámenes, recurso de pataleo que usan los alumnos cuando no están conformes con su resultado y creen que fueron mal evaluados.

Para estos casos, mi propuesta es que esas revisiones se hagan en lugar donde se encuentren presentes otros maestros o personal administrativo de manera que haya testigos y la diligencia se concrete exclusivamente a la evaluación, y se puedan evitar esas acciones o recursos de alumnos reprobados que hostigan al maestro con señalarlo como su “acosador”.

También creo que las escuelas deben tener un código de vestimenta mínimo; si bien es cierto que la libre personalidad les permite muchas libertades a las personas en cuanto a sus gustos y formas de ser, también es importante que en las instalaciones del conocimiento se debe tener un mínimo de decoro y honrar esas casas de conocimiento:

Propongo dejar de mostrar piel para demostrar capacidad y conocimiento.

Estoy seguro de que esta última parte puede incomodar a los receptores del mensaje, pero prefiero que me critiquen a quedarnos sin maestros aptos y calificados para producir mejores profesionales que pongan en alto el nombre de su familia, de nuestro estado y país. Ejemplos de lo que no se debe hacer tenemos muchos, sobre todo donde prefieren la obediencia a la capacidad.

Luis Gerardo Treviño García

Es director Intersectorial de la Secretaría del Medio Ambiente del gobierno de Nuevo León. Abogado egresado de la FD y C de la U.A.N.L. Ha sido Presidente de Vertebra, N.L., actualmente Presidente de Fortaleza Ciudadana, miembro del Primer Comité de Selección del Sistema Estatal Anticorrupción, ex Segundo Concejal Sindico del Concejo Municipal 2018. Miembro de diversos Consejos. Instituto de la Defensoría Publica, Folapac, Junta de Movilidad del Municipio de Escobedo, Consejo de Movilidad Segura del Municipio de Escobedo.