El huachicol
Sin duda, se trata de una actividad peligrosa, ya que almacenan el combustible en bidones al aire libre y, en ocasiones, lo mezclan con otros químicos para aumentar el volumen, dejando a los automovilistas expuestos a daños graves en los motores de sus vehículos.
Recordamos que, en el sexenio pasado, se nos aseguró que el problema del huachicol había sido erradicado; sin embargo, lo que ocurrió fue una transformación del delito: pasó del robo en tomas clandestinas al manejo de cantidades industriales de combustible ilegal.
El reciente hallazgo de más de 15 mil millones de litros de gasolina almacenados en 129 carros tanque de ferrocarril, estacionados en Ramos Arizpe, Coahuila, es un indicio claro de que el huachicol se realiza con la complicidad, o al menos la omisión, de autoridades de distintos órdenes de gobierno, municipales, estatales y federales.
Antes de este hallazgo, la Secretaría de Seguridad había clausurado una refinería clandestina que operaba impunemente a un costado de la refinería de Pajaritos, en Coatzacoalcos, Veracruz.
Incluso la propia Secretaría de la Defensa Nacional ha admitido que utilizó gasolina ilegal, producto del huachicol, para movilizar camiones durante la construcción del Tren Maya.
Una verdadera paradoja, considerando que esa dependencia es responsable de la seguridad nacional.
Mientras tanto, PEMEX continúa reportando pérdidas millonarias trimestre tras trimestre, e incrementando su deuda hasta convertirse en la empresa petrolera más endeudada del mundo.
Debemos reconocer que la presidenta Sheinbaum y su secretario de Seguridad, García Harfuch, están enfrentando con determinación a los grupos criminales dedicados a la venta ilegal de combustibles, al tiempo que han desmantelado cientos de laboratorios de fentanilo, metanfetaminas y otras drogas sintéticas.
Durante todo el sexenio anterior, se afirmaba que en México no existían laboratorios de drogas.
Incluso, en una de sus conferencias matutinas, el entonces presidente sacó un pañuelo blanco para declarar que el huachicol había sido eliminado, para bien del pueblo mexicano.
Hoy sabemos que eso no era verdad.
El tráfico de combustibles ha escalado a tal magnitud que ya no puede llamarse “huachicol”, pues se trata de operaciones de tipo industrial llevadas a cabo por grupos criminales coludidos, en algunos casos, con centros de poder político.
El gobierno federal debe reforzar la coordinación con los estados y los municipios del país para fortalecer la vigilancia de los ductos.
Las tareas de investigación e inteligencia policial han dado resultados relevantes en el decomiso de combustibles ilegales.
Sin embargo, es necesario implementar medidas adicionales, como establecer la trazabilidad del combustible desde su salida de las refinerías hasta su llegada a las estaciones de servicio, o establecer controles volumétricos que permitan detectar discrepancias entre el combustible adquirido y el vendido en cada gasolinera.