¡Ey, no sean marionetas de nadie!

¡Nunca jamás otro Auschwitz​, ni Hiroshima y Nagazaki, ni nada por el estilo!

¿Qué caso tiene la existencia de la Comisión Estatal de Derechos Humanos?, me pregunto.

Lamentablemente, desde hace años,  estos organismos se han convertido en marionetas manejadas a su antojo por el gobierno en turno.

DEFIENDEN SOLO A MINORÍAS.


El interés primordial para esta comisión es defender sólo a minorías y grupos que exigen estos nuevos derechos.

Basta echar un vistazo a lo que ha sucedido desde la famosa Declaración del 10 de diciembre de 1948 para descubrir que la defensa a los auténticos derechos humanos ya casi no existe, ¡se extinguió!

Si usted recuerda, en esa época los derechos humanos se reconocieron como universales en respuesta a los actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad cometidos durante la Segunda Guerra Mundial.

El mundo debía entender la dimensión trascendente que tenía este concepto de universalidad basado en la indiscutible dignidad inherente a todo ser humano. 

¡Nunca jamás otro Auschwitz, ni Hiroshima y Nagazaki, ni nada por el estilo!
Sin embargo,  esa filosofía y concepto del ser humano no duró muchos años. 

IGNORANCIA

La ignorancia a nuestros aspectos antropológicos combinada con la apatía (incluso ignorancia) hacia la importancia de defender la dignidad de toda persona humana, fueron poniendo de moda nuevos derechos y la defensa sólo de esos,  cómo si los demás no existieran.

Hoy en día hay una lista interminable de todos los nuevos derechos que buscan proteger por encima de los más importantes.

La lista la encabeza el “derecho” al aborto, y aunque usted no lo crea hoy ya se defiende incluso que los niños elijan ¡su sexo! (en la CDMX Claudia Sheinbaum está construyendo una clÍnica para eso).  

O el derecho de los niños a su intimidad, o a que demanden a sus papás; el derecho a que el Estado se sitúe por encima de los padres de familia en la educación de los hijos.  

El derecho a tomar las calles y vandalizar comercios, monumentos o lo que sea sin que policía alguna nos moleste.
Y la lista continúa con un in fin de derechos que usted ya conoce y podría agregar.

Todo eso nos ha llevado a olvidar el real significado de los derechos humanos que para empezar vienen acompañados de obligaciones, además de un contenido estable, claro, preciso.  

También tienen un orden (hay unos más importantes que otros), y lo fundamental: un derecho ¡educa! (enseña lo que es legal y legítimo) pues emana de la “ley natural” y no de la arbitrariedad de algún gobernante.

Sabe usted, en unos días más el Congreso de Nuevo León nos informará la terna de posibles candidatos a ocupar, justamente, la tan devaluada presidencia de la Comisión Estatal de Derechos Humanos del Estado. 

Existe una persona,  José Enrique Guzmán Quiroga, con la capacidad y experiencia necesaria para corregir el rumbo de esta Comisión y conducirla de nuevo a ser esa verdadera defensora y promotora de los derechos humanos,  de los basados en el relegado principio del respeto a la dignidad humana.

El único problema es que la elección está en manos del Congreso del Estado,  y sabemos que nuestros legisladores toman decisiones más en dirección hacia lo que dicten sus partidos que hacia el perfil de los candidatos.  

Ojalá en esta ocasión los diputados voten a conciencia.  Ojalá logremos tener un presidente o presidenta ¡que no sea marioneta de nadie!  y convierta a la CEDHNL en el paraguas que salvaguarda a todos por igual y vuelva a ser referente de la ética y de lo universal. 
carolina.garza@gmail.com

Carolina Garza es comunicóloga, con Maestría en Ciencias de la Familia; es conferencista y vocera del Frente Nacional por la Familia. Durante muchos años fue editorialista del periódico El Norte y fue diputada local por NL.
 

Carolina Garza

Carolina Garza es comunicóloga, con Maestría en Ciencias de la Familia; es conferencista y vocera del Frente Nacional por la Familia. Ex Diputada Federal suplente, ex candidata al gobierno de Nuevo León y fundadora de la asociación  “Los Niños Primeros”. Durante muchos años fue editorialista del periódico El Norte y fue diputada local en NL.