Oso Intoxicado - Cocaine Bear / EUA, 2023
Oso Intoxicado es una aventura irreverente, tal cual como lo dice el título, un oso que se convierte en adicto a cocaína literalmente caída del cielo, cortesía de un corredor de droga que tiene que aventarla del avión que vuela y le cae en las patas del animal.
A como sigue la historia que ocurre en los 80s, el dueño de la droga (Ray Liotta en su última película) envía a dos de su confianza, a Eddie (Alden Ehrenriech) y a Daveed (O’Shea Jackson Jr.) a buscarla cueste lo que cueste.
Mientras tanto, todo aquel se le atraviese al oso loco en su paso de buscar más cocaína, pues a ver cómo les va... y toca la mala fortuna a Dee Dee (Brooklynn Prince) y Henry (Christian Convery) de toparse al peludo gigante en plena intoxicación.
La mera verdad no sé que esperaba Elizabeth Banks como directora al realizar el guión de Jimmy Warden.
La única cosa que se puede decir es que el producto terminado es una película tan mala, que sale buena.
Es una comedia frenética y a la vez la aventura de varios por pelear la droga y luego sobrevivir al oso.
Es el oso descocado, encocado y alocado suelto en un bosque (que para la gran sorpresa, la cinta fue filmada en Irlanda) con un par de asesinos que de la nada les nace conflictos emocionales de por qué hacen lo que hacen.
A la mezcla de locuras, le cae el policía buscando a los traficantes y la cocaína y la madre desesperada buscando a su hija.
Caray, no esperen una gran superproducción con elevado presupuesto o grandes actuaciones; el desgraciado oso loco es el centro de atención y está muy bien montado y generado por los efectos especiales que lo encuadran perfectamente bien en las escenas del filme.
Sí, hay un montón de momentos en que es bien palpable que los extras no tienen nada que hacer más que aparecer en cuadro para que el oso loco los haga pedazos, pero hay veces que hasta se nota que los actores están muy a gusto con la limitada presencia de sus personajes.
Sí, hay mucho de donde reírse, y luego donde todo mundo logra un común acuerdo en sus respectivas vidas.
Bueno, La Rosa de Guadalupe es mil veces mejor, pero ¿qué más quieren pedir a un oso coco-loco que anda hambriento de droga?