Siete Puntos

¿Rezar para que llueva?

Paco Gómez DETONA aquí: Qué bueno que solicitamos el don de la lluvia. Pero, como reza el dicho mexicano: “A Dios rogando y con el mazo dando”.
1.

En mi reciente libro: El Evangelio de Monterrey. La historia de Jesucristo Villarreal Rodríguez, el personaje central es abordado por sus permanentes enemigos, los fundamentalistas, cuando participa en una procesión religiosa para pedir por la lluvia, ante la prolongada escasez de la misma en la entidad. “¡Hola, Maestro! -lo abordó uno de ellos, conocido por sus filigranas intelectuales- ¡Me sorprende tu presencia! Se dice que no crees en estas manifestaciones de religiosidad popular, y una muestra de ello es que ni siquiera traes paraguas”.

2.

Menciono en el texto que Jesucristo meneó la cabeza, fastidiado ya de tanta ponzoña. “Mira -le respondió a su insidioso interlocutor- Participo porque me gusta acompañar a la gente sencilla, que no es como tú, en sus devociones. Nuestro pueblo tiene una fe que se proyecta más en la confianza absoluta que en el argumento eleborado. Claro que debemos pedir por el don de la lluvia y por el fin de la pandemia. Que mi Padre se encargue de resolver ambas cosas es otro tema… no cambia el curso de la historia, que depende de nosotros”.

3.

Comprendo que este mensaje pueda desconcertar a quienes creen en un dios más intervencionista que compañero, capaz de reaccionar favorablemente a nuestras plegarias. Entiendo que sea difícil concebirlo más como quien camina a nuestro lado y menos como el que traza nuestros destinos.

Por lo mismo, no son pocas las personas que, gracias a su fe en la divinidad, o por considerar que la naturaleza también es capaz de escuchar nuestros ruegos, y atenderlos confome a lo solicitado, no encuentren otro recurso que no sea la oración ante la actual crisis hídrica.

4.
Pero este rasgo de tipo religioso pareciera que se ha asumido como proyecto de política pública.

Es decir. No sólo se pide que llueva en las misas y oraciones litúrgicas; no es el deseo de recibir el agua del cielo expresión exclusiva de peregrinaciones y rogativas. También tal inquietud la han asumido nuestras autoridades civiles, al despertarse todos los días -así lo han confesado algunos funcionarios- rezando para que llueva.

La oración, entonces, por la llegada de precipitaciones pluviales la comparten lo mismo ministros de culto que empleados de gobierno.

5.

Qué bueno que solicitamos el don de la lluvia. Pero, como reza el dicho mexicano: “A Dios rogando y con el mazo dando”.

Quienes rezamos para que llueva no podemos olvidar nuestra responsabilidad en el cuidado del vital líquido.

Mucho se nos ha insistido en detalles como racionarlo al bañarnos y asearnos, al mantener vivos y frescos los jardines, al evitar lavar nuestros automóviles, cocheras y banquetas a mangerazos. No podemos dilapidar el agua que consumimos en los hogares y las oficinas. Tenemos que cumplir con nuestra cuota de responsabilidad.

6.

Pero también las autoridades con la suya.

No es mentira que muchos de los problemas que han llevado a los cortes en las casas no se deben solamente a la falta de lluvias. También se han dado:

  • Corrupción en tareas administrativas
  • Fugas en las tuberías por doquier
  • Fallas en la planeación estratégica a mediano y largo plazo
  • Ingerencias políticas en no pocas decisiones, etc.

Ojalá y llueva pronto, y mucho. Pero con lluvias o sin ellas, los responsables tendrán que dar su mejor esfuerzo para cumplir con su obligación.

Recemos para que llueva, pero hagamos todos lo que nos corresponde.

7.

Cierre icónico.

Mucho insiste la ciencia política en la necesidad de los partidos para garantizar no sólo elecciones confiables, sino la misma viabilidad de la democracia. Sin embargo, la actuación de todos ellos en México -de todos- deja mucho que desear.

Si a ello agregamos el seguro malestar ciudadano cuando nos enteramos del financiamiento que el INE les otorgará para las elecciones del año próximo: 10 mil millones de pesos, la certeza sobre su pertinencia se tambalea.

¿Son necesarios?, de acuerdo. Pero: ¿precisan de tal cantidad de dinero? Usted dirá.

Padre Paco

El sacerdote José Francisco Gómez Hinojosa (Monterrey, México, 1952) es el actual Vicario General de la Arquidiócesis de Monterrey. Es diplomado en Teología y Ciencias Sociales por el Departamento Ecuménico de Investigaciones de San José, Costa Rica, y doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Ha sido profesor en el Seminario de Monterrey, en la UDEM, el ITESM, la Universidad Pontificia de México, el Teologado Franciscano, el EGAP (Monterrey) y la Universidad Iberoamericana (Centro de Extensión Monterrey).