La destrucción del servicio exterior mexicano
La destrucción del SEM se enmarca en la labor demoledora de instituciones que garantizaban el profesionalismo y la democracia.
No hay conciencia ni visión de Estado.
El Servicio Exterior Mexicano (SEM) era el servicio civil de carrera más antiguo y respetado de México.
Hubo diplomáticos mexicanos en el virreinato de la Nueva España (Isidro Fabela, Los precursores de la diplomacia mexicana) y la lucha por la Independencia (Pliegos de la Diplomacia Insurgente).
La Secretaría de Relaciones Exteriores y el Servicio Exterior se desarrollaron a través de leyes y reglamentos normando lenta y paulatinamente un cuerpo y una política exterior de Estado.
Como señala Omar Guerrero: Los diplomáticos y cónsules “constituyen una categoría extraordinariamente especial, tanto por la función que desempeñan como por su ámbito de acción: las relaciones exteriores en sus diversos aspectos”.
La organización del SEM comenzó en 1822, a la par del establecimiento de legaciones y consulados, cuando se exigió que los comisionados en misiones exteriores fueran mexicanos o radicados en México.
Desde entonces hubo una demanda para dotar de institucionalización y profesionalización al servicio exterior mexicano.
Lucas Alamán, concretó el primer proyecto de institucionalización en 1831.
El SEM se transformó.
Se privilegió el mérito, la disciplina, el ascenso a través de los diversos rangos, desde Agregado Diplomático a Ministro y desde vicecónsul hasta Cónsul.
En el porfiriato y los regímenes revolucionarios se establecieron exámenes de ingreso y requisitos para los ascensos.
- En 1922 se reguló el ingreso por concurso público para demostrar conocimientos en diversas ramas.
- En 1934, el presidente Abelardo Rodríguez unificó la normativa del servicio exterior. Después se incorporó la rama administrativa para profesionalizar el servicio de gestión interna.
- En 1974 se estableció el Instituto Matías Romero, con el propósito de formar y capacitar a los diplomáticos mexicanos en todas sus ramas.
El canciller Fernando Solana instauró concursos de ascenso, para motivar el estudio y los méritos.
El SEM, cuerpo del Estado mexicano, consolidó su profesionalismo y reconocimiento internacional.
Un premio Nobel de la Paz a Don Alfonso García Robles.
Un país respetado por sus diplomáticos. Imperaba el silencio cuando hablaban los delegados de México: Antonio González de León, Sergio González Gálvez, Miguel Marín y Alfonso García Robles.
Ahora, el SEM al que me precio de haber pertenecido durante más de 40 años cuando ingresé con el rango de Agregada Diplomática y ascendí hasta el de Embajadora ante los Estados Unidos de América, es despreciado y destruido por Morena y la presidenta.
López Obrador pasó del compromiso a respetarlo a utilizarlo para fines internos.
La presidenta Sheinbaum mantiene en cargos diplomáticos a impresentables como Omar Fayad y Quirino Ordaz y nombra a Rutilio Escandón como Cónsul General en Miami.