Una exitosa política exterior de Estado

Para lograr una exitosa política exterior de Estado es indispensable basarse en la realidad internacional no en el voluntarismo idealista.
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Una política exterior de Estado tiene éxito si cuenta por lo menos con algunos requisitos básicos:

  • Una amplia visión de México en el mundo, acorde y proporcional al peso político, económico, social y cultural de la nación.
  • Una estrategia realista para promover los intereses nacionales en el exterior, basada en los principios constitucionales.
  • Una mayor capacidad de protección y apoyo a la comunidad mexicana en la diáspora.
  • Un conjunto de recursos económicos indispensable para implementar la estrategia, con la participación coadyuvante del sector privado.
  • Un jefe de Estado con una comprensión sobre los límites y alcances de la relación con el mundo y que asuma plenamente su responsabilidad constitucional en materia de política exterior.
  • Un secretario de Relaciones Exteriores con experiencia internacional, honesto y leal, dedicado de tiempo completo en aconsejar cabalmente al presidente, sin usar su alto cargo para promociones personales ni confundir la diplomacia con “selfies”.

 

  • Un equipo de diplomáticos profesionales en la Secretaría de Relaciones Exteriores para apoyar en la conducción de la política exterior y no el conjunto de amateurs improvisados de hoy.
  • Un Servicio Exterior Mexicano capacitado y modernizado para instrumentar la política exterior, respetado dentro y fuera del país, como alguna vez lo fue.
  • Una restricción voluntaria del presidente de nombrar a políticos, periodistas y otras personas, muchos carentes de prestigio salvo honrosas excepciones, en embajadas y consulados.
  • Un Senado con visión de Estado dispuesto a ratificar a embajadores y cónsules generales capaces y dignos de representar a México y a rechazar a quienes no cumplen el perfil.
  • Una interpretación coherente del principio de no intervención, aplicado sin distinguir regímenes de izquierda o de derecha, como cuando por ejemplo solo se felicita a gobiernos afines electos democráticamente.
  • Una aplicación integral, no selectiva, de los principios de política exterior, incluyendo el marginado principio universal de la defensa, promoción y protección de los derechos humanos, juzgando por igual a regímenes autoritarios de izquierda o de derecha.
  • Una diplomacia personal de amistad del jefe de Estado con colegas extranjeros es útil para establecer una eventual relación de confianza en beneficio del país, pero sin temor a rechazar ofensas al pueblo mexicano de otro mandatario, aunque sea muy poderoso y aunque se diga respetado en lo personal.
  • Una comprensión de los derechos y deberes de los Estados en los organismos internacionales, determinada por el principio de “a mayores derechos mayores obligaciones” y, si se está dispuesto a transformar el mundo, para evitar más de lo mismo, no bastan las declaraciones estériles sino las aportaciones efectivas.
En conclusión, para lograr una exitosa política exterior de Estado es indispensable basarse en la realidad internacional no en el voluntarismo idealista.

Se reproduce el texto publicado en Milenio, con autorización del autor.

Agustín Gutiérrez Canet

Periodista y Embajador de México en retiro. Licenciado en comunicación por la Universidad Iberoamericana. Diplomático de carrera, representó a México como embajador en Rumania (2013-2016), en Finlandia, concurrente en Estonia (2008-2013) y en Irlanda (1995-1996). Fue cónsul general en Hong Kong y en Macao (1991-1995), ministro y jefe de cancillería en España (1989-1991), consejero en Italia (1985-1986) y representante alterno ante la FAO en Roma (1986-1987). En la Secretaría de Relaciones Exteriores fue director general de Comunicación Social (1982- 1985) y subdirector general de Prensa Extranjera (1980-1982). De 2003 a 2005 fue coordinador de Información Internacional en la Presidencia de la República y director del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Iberoamericana (1998-2002).