Educación y cultura: las llaves para abrir el futuro de México
Representan una brújula que guía a gobiernos y sociedades hacia un futuro más justo.
La educación y el acceso a la cultura no son solo derechos individuales, también son motores que impulsan el desarrollo de un país.
Ambos rubros deben verse como una apuesta estratégica para enfrentar los retos sociales de América Latina.
Nuestra región arrastra rezagos estructurales que aún limitan el acceso equitativo a la educación y a la cultura.
En el caso de la educación superior, por ejemplo, la cobertura ha crecido de manera desigual y en zonas rurales apenas se ha expandido entre 2015 y 2020.
Aun con esas dificultades, los gobiernos han tratado de revertir la situación con mayor inversión, conscientes de que la formación académica y cultural abre horizontes y fortalece la responsabilidad social de los ciudadanos.
Los beneficios van más allá del aprendizaje individual: se trata de una apuesta humanista que ayuda a resolver colectivamente los problemas de nuestras sociedades.
El 22 de septiembre se cumple un aniversario más de la fundación de la Universidad Nacional de México, institución que considero un verdadero motor de desarrollo.
Como pocas universidades del continente, la UNAM ha formado no solo profesionales capaces, sino ciudadanos íntegros y comprometidos con su entorno.
Las grandes metas educativas no pueden alcanzarse en solitario.
Requieren de la participación activa de la sociedad y de todas las instituciones del Estado.
En este sentido, destaco el papel de la Auditoría Superior de la Federación, que con su labor de fiscalización contribuye a mejorar los procesos y garantizar que la educación y la cultura lleguen a más personas.
La educación superior debe protegerse y la fiscalización es una herramienta clave para lograrlo.
Al final, tanto la educación como la cultura son más que un derecho: son una brújula hacia el futuro.