Los piratas del saber

Hasta hoy, la piratería de libros, en nuestra inhóspita tierra, no tiene compradores. Ni siquiera por los best Sellers de escándalos sexuales o políticos.

Tienen razón. Somos una nación de barbaros. Todo el norte vive de cerveza, carne asada y muy poca cultura.

En ninguna de nuestras calles encontrará libros piratas. Eso solo ocurre en la capital.

Los ejemplares, en las pocas librerías, son caros, malos y de temas de superación personal.

La industria de divulgación científica, de ocio creativo y de literatura, son áreas ásperas.

En los tianguis, como el mercado de la Felipe Carrillo, uno de los más grandes, cuenta con tres locales para venta de libros usados.

Mientras las playeras del Babo, Dharius o del Santa Fe Klan, de los otakus y las medicinas piratas o bajo sospecha de sustracción de los inventarios de las bodegas del IMSS o el ISSTE, no requieren de receta y solo al precio marcado por los laboratorios.

Desde Tepito, dominado por la Unión, los coreanos, los colombianos y los supervivientes de las masacres por el control interno, son quienes negocian el envío a provincia.

Así, con seguridad del robo o de la falsificación de alimentos, como formulas lácticas o pañales de marcas reconocidas, llegan a los mercados y se venden en precios muy inferiores. Muy por debajo de los centros comerciales.

Hasta hoy, la piratería de libros, en nuestra inhóspita tierra, no tiene compradores. Ni siquiera por los best Sellers de escándalos sexuales o políticos.

Gerson Gómez

Morelense de cepa Regiomontana. LCC con especialidad periodismo (UANL). Doctor en Artes y Humanidades (I.C.A.H.M.). Tránsfuga de la mesa de redacción en diferentes periódicos como El Diario de Monterrey, Tribuna de Monterrey, y del grupo Reforma en el matutino Metro y vespertino El Sol. Escort de rockeros, cumbiamberos, vallenatos y aprendices al mundo de la farándula. Asiste o asistía regularmente a conciertos, salas de baile, lupanares, premieres, partidos de fútbol y hasta al culto dominical. Le teme al cosmos, al SAT, a la vejez y a la escasez de bebidas etílicas. Practica con regularidad el ghosting. Autor de varios libros de crónica como Hemisferio de las Estaciones, Crónicas Perdidas, Montehell, Turista del Apocalipsis, Monterrey Pop y Prêt-à-porter: crónicas a la medida.