A propósito de melgas
...así como somos la mayoría de las y los norestenses y a las pruebas me remito, no con los pelos de la burra, sino con la burra entera e integra, es parda; bueno pa no distraerlos mucho del tema, casi 2 semanas antes me habían convidado a (dos semanas antes) un viaje de vacaciones en calidad de Doctor.
Entre todos se iban a cotizar pa pagarnos viaje, comidas y hospedaje, íbamos (íbanos dice la raza) puras parejas y era baile casi todos los días, el tour incluía la huasteca potosina y el bajío por poco más de dos semanas, se remataba en Guadalajara, Jalisco y de ahí regreso a Monterrey, pasando por Zacatecas y visitar al Santo Niño de Atocha en Plateros, Zacatecas cerca de Fresnillo del mismo estado, y de ahí nuestro querido Monterrey, pa llegar a media noche del 1o de julio y a casita, pa no hacer el cuento largo qué me puede llevar toda la tarde describiendo el viaje, voy al grano.
Pos, resulta de qué estando en Guadalajara y cumpliendo con mis rituales obsesivos de anticipar el clima, me pongo a revisar los pronósticos y observó un mapa de la República cubierto de nubes muy tupidas y espesas desde el sur del istmo de Tehuantepec hasta los cayos de la Flórida (como le dicen los gringos, con acento), casi 2,500 kms de nubes y me espanté, me acordé de unos autobuses que el Huracán Gilberto en 1988 se había llevado y se ahogaron todos los inocentes qué iban a bordo, en ese momento y de inmediato fuí con uno de los organizadores principales del viaje y le comenté, presa de mi ansiedad anticipativa o anticipatoria de tragedias "Necesitamos mañana irnos directamente a Monterrey porque viene un Huracán matón", me contestó "Ya va a empezar con sus cosas Doctor".
OK, pensé en regresarnos en autobús, sin embargo, la presión del entorno fue mucha y cedí.
OK, seguimos con el plan original, nomás que "ahí se los haiga, si nos lleva el agua, yo anticipé".
Al día siguiente muy temprano, subimos todos los tiliches y las abundantes compras (gente pudiente) al bus y pasamos por Plateros, visitamos, saludamos y platicamos con el Santo niño de Atocha, y a media mañana qué empieza a lloviznar, cuando veníamos por Concha del Oro ya empezaba a llover copiosamente (y yo por dentro pensando, ya ven hijosdesú, yo los previne y me juzgaron loco), cuando pasamos por Saltillo las corrientes empezaban a arrastrar basura y botes, ya de noche a vuelta de rueda pasamos por Santa Catarina y el agua ya arrastraba muebles y soplaba aire fuerte, llegamos a media noche al punto de partida y quedamos todos, el equipaje, las mugres qué compramos mojados como una sopa, como para disolvernos, te dije (le espeté) al organizador (animal, nomás pensé, no dije), ni me peló, andaba viendo como se iba a su casa, porque los qué venían por el se quedaron varados a medio camino, del desgarriate qué ocurrió después del Huracán Alex, la mayoría de ustedes deben acordarse, tardamos un día o dos en salir de casa, y había basura y piedras por todos lados.
Considero que hay mucho retraso mental entre las gentes encargadas de lidiar a contingencias climáticas, tanto en lo rural, lo urbano y lo suburbano, a menos que se roben la lana pa las obras, cosa que merece bote sin justificaciones.