La corrupción de los "otros datos"

La manera en que se procesen los datos y los “otros datos” importa sobremanera, casi de la misma forma de que tan “objetivos” son dichos datos presentados.

Para elaborar un buen juicio y despejar dudas es necesario contar con datos objetivos y verificables.

Esto siempre ayuda cuando nos topamos diferentes narrativas dado que ante estas otras perspectivas es preciso contrastar.

Los datos obtenidos por la verificación son los que deben quedar en los registros históricos.

Cuando una autoridad nos brinda su lectura, confiamos en primera instancia porque sabemos que siempre va su credibilidad en ello. Pero cuando la autoridad abusa de su posición dejando de lado su inclinación natural a fungir como autoridad y toma partido, cae en la falacia ad verecundiam (falacia de autoridad). Muchas veces caemos en el error de lo que estas autoridades nos han compartido porque consideramos legítima su posición.

PERSONAS E INSTITUCIONES 

Siempre me había preguntado si son más grandes o importantes las personas que las instituciones porque los líderes son quienes dan origen y forma a dichas instituciones, pero son éstas las que terminan renovándose, adaptándose a nuevas circunstancias. Esto le ocurre a empresas, organizaciones, grupos políticos y gobiernos. Creo que es un empate.

Pertenecer, participar en determinada institución suele traer prestigio a los individuos, asimismo un líder que no presenta dudas en su reputación ayuda a fortalecer y mejorar instituciones y viceversa. Ocurre que individuos con fallas éticas pueden deteriorar de manera considerable la reputación de las instituciones donde ejercieron dichas fallas.

Cuando se utilizan datos parciales o falsos en aras de intereses distintos a los objetivos formales, estamos ante una corrupción institucional.

Con datos erróneos se toman decisiones equívocas. Las formas y procedimientos interminables de la mal llamada burocracia en los gobiernos en México dan cuenta de ello. El ejemplo típico del “en el bacheo está el ganeo” es apenas la punta del iceberg.

Las prácticas corruptas tanto desde gobiernos como en iniciativa privada, matan la competencia, el desarrollo personal y profesional y en general cualquier forma de crecimiento económico.

En 2014 Ildefonso Guajardo señalaba atinadamente que si Steve Jobs hubiese ideado sus computadoras en Monterrey, “de entrada tendría que haber ido a tocar la puerta para buscar su patente y si se descuida le hubieran volado la patente en dos segundos; hubiera ido a tocar la puerta a un banco a ver si conseguía financiamiento, y después de escucharlo el gerente (le diría) ‘pues tu idea puede ser muy buena, pero aquí no le prestamos a quien no garantiza con activos sus créditos”.

LOS VALORES DEL SISTEMA

Los datos mal analizados derivados de ser deficientes o falsos también deterioran los valores que los sistemas pretenden salvaguardar.

Lo vemos en los sistemas democráticos en los que se pretende una narrativa única para los resultados electorales. Lo vemos también en materia de economía, salud o en seguridad. Asimismo en lo referente a transparencia, derechos humanos, procuración de justicia y en el ejercicio de las libertades.

¡Y es que el procedimiento o la forma de contrastar los datos con otras narrativas también es muy importante!

En economía suelen compararse los resultados en períodos sea anuales, trimestrales o mensuales cuando son consecutivos o con el equivalente de años previos. Lo mismo en seguridad, sin considerar que no todas las épocas del año pueden compararse de forma arbitraria. Por supuesto que sí existe el canon o regla general que permite ver como se va avanzando o retrocediendo en muchas áreas. Pero el momento o lapso específico de tiempo no necesariamente puede compararse de forma universal.

Existen factores que modifican el sistema que se está midiendo.

Si nosotros medimos por ejemplo la cantidad de suicidios, homicidios dolosos, empleos creados, o enfermedades mentales, sexuales tomando como base la proporción de cada cien mil habitantes, podrá ser válida para metrópolis parecidas en número y geografía, no así para aquellas que no cumplen ciertas condiciones mínimas aunque tengan poblaciones grandes porque la comparación carecerá de sentido. Una misma ciudad no puede tomar como medida de comparación sus propias estadísticas después de una generación, no solo por el evidente crecimiento poblacional si no porque la cultura no es la misma, estas reglas de esta misma sociedad pueden haber perfeccionado su cultura o traído una decadencia de los valores en dichos sistemas sociales.

Los valores que la sociedad toma como más importantes a cuidar en un momento dado modifican las prácticas que en otro tiempo eran válidas.

Lo vemos en el arte popular donde obras de no más de una o dos décadas pueden ser muy criticadas o canceladas por su contenido. Sean canciones, caricaturas, programas de TV. Ocurre ahora mismo los debates sobre la pertinencia de las Corridas de Toros o la Prohibición más amplia del Cigarro.

LA MANERA DE PROCESAR LOS DATOS 

Hoy comienza en EEUU el juicio a Genaro García Luna.

Pareciera más bien que sería un juicio hacia la forma en que se llevaba la llamada “Guerra contra las drogas”.

Cualquier policía serio, sabe que tiene que tener vínculos con esa parte de la sociedad que comete delitos. La manera en que unos grupos infiltran a otros ha sido algo habitual y necesario en esta dialéctica contra el crimen. Si le permiten al acusado determinados recursos y narrativa o no, puede ser fundamental para la manera en que tenga que proceder su defensa.

Lo mismo aplica para empresas, grupos políticos, familias. La manera en que se procesen los datos y los “otros datos” importa sobremanera, casi de la misma forma de que tan “objetivos” son dichos datos presentados.

Esto no quiere decir que vivamos en una relatividad amplia en todos los ámbitos sociales.

En materia de corrupción y opacidad al gobierno federal actual “se le quebró la escoba” porque el 80.3% (falta ver el 2022) de los contratos realizados fueron por adjudicación directa (sin licitación pública)...

¡Le están ganando a Peña Nieto!
Ángel Márquez Díaz

Abogado, analista político. Ha sido consultor político y jurídico para legisladores, políticos, empresas y colaborado en gestión de relaciones públicas.