Tercera llamada

No cabe duda que el ejemplo presidencial dado con estos mensajes diarios de odio y violencia está arrastrando.

Y la respuesta no se hizo esperar, luego de la concentración en el zócalo de la Ciudad de México de miles de personas que voluntariamente acudieron el 26 de febrero para continuar con la defensa del INE.

El presidente Andrés Manuel López Obrador convocó nuevamente a sus seguidores, a “celebrar” la expropiación petrolera y como cantaría Juan Gabriel: “en el mismo lugar y con la misma gente”.

En su lógica, el propósito es muy simple y no ha cambiado desde que inició el gobierno obradorista: demostrar “quién es el que manda”.

Esta manifestación en términos logísticos no fue distinta, pues dependencias del gobierno federal, gobiernos estatales, legisladores y “sectores” afines a su movimiento acudieron, como dice el clásico, “voluntariamente a fuerza”, para rendir tributo a su máximo líder.

No faltaron el pase de lista, las calles cerradas para que los camiones pudieran estacionarse, las facilidades otorgadas por el gobierno de la CDMX, las tortas, los refrescos y los insultos a los enemigos identificados: conservadores, neoliberales, fifís, riquillos, clasistas, clasemedieros y aspiracionistas, así adjetivados desde el púlpito presidencial.

El mensaje tuvo pocas variaciones de los ya conocidos y muy repetidos informes presidenciales que, por cierto, contienen datos de un país que solo existe en la imaginación de quien habita Palacio Nacional.

En el México de Andrés no existe la corrupción. Por eso es que Ignacio Ovalle, orquestador de un desfalco de más de 15 mil millones de pesos en SEGALMEX, no es un funcionario deshonesto, es una gente buena que fue engañado por priístas de malas mañas”. 

Quien fuera secretario del priísta Luis Echeverría, diputado federal por el PRI, director del Instituto Nacional Indigenista con el priísta José López Portillo, Embajador de México en Argentina con el también priísta Miguel de la Madrid y titular de CONASUPO con el priísta Carlos Salinas de Gortari, ya fue perdonado por el actual presidente también ex priísta, López Obrador. Sus delitos actuales, al igual que los pasados, se encuentran ya en el cofre del olvido por la “purificación de su pastor”.

En el México de Andrés, el plagio de tesis de licenciatura y doctorado de una ministra fue un simple pecado de juventud”; no importa si se viola la Constitución, si está en duda la legalidad de su encargo, si se perjudica al poder judicial, todo sea por mantener en el puesto a la esposa de uno de sus empresarios favoritos e intentar con ello controlar su voto en la SCJN.

¿Cuánto deberán contener los sobres amarillos que le llegan a Palacio Nacional para que exista tan vehemente defensa? ¿En cuántas votaciones deberá apoyar al presidente, la esquiva ministra?

En el México de Andrés, la presidenta del Poder Judicial debe ser señalada, estigmatizada, ofendida, atacada, intimidada y amenazada por sus seguidores, por negarse al sometimiento del Ejecutivo Federal. No importa si con ello se pone en riesgo su integridad física. 

Indignante y perturbador es observar como un grupo de fieles servidores del originario de Macuspana quemaron, como “tributo” a su patriarca, una figura en papel de la ministra presidenta, entre gritos y porras, sin tener plena conciencia de lo que este aberrante hecho significa.

No cabe duda que el ejemplo presidencial dado con estos mensajes diarios de odio y violencia está arrastrando.

En el México de Andrés, la economía creció incluso más que en China y Estados Unidos. Sí, así como lo leen, a pesar de que la canasta básica aumentó su costo al doble, pues comprar carne, huevo, leche, pan o tortilla es cada día más difícil para las familias de nuestro país, un privilegio que lamentablemente no está al alcance de la clase trabajadora.

Queda claro que para el tabasqueño, los 12.5 millones de nuevos pobres que generó su gobierno, sólo son producto de “la transformación prometida” y necesarios para su estrategia política.

En el México de Andrés, nuestro sistema de salud es casi igual que el de Dinamarca: hay medicinas, hospitales, estamos en el mundo maravilloso de mexicanos sanos y felices, que no tienen que hacer citas, menos filas. Los médicos cubanos vinieron a rescatarnos.

Más allá de los inexistentes “logros” repetidos constantemente por López Obrador, me parece fundamental poner atención y actuar en consecuencia, luego de la sentencia política enunciada en la plaza pública, que pretende imponernos con toda la fuerza del poder público y con todas las artimañas electorales que sólo un tirano autoritario anuncia.

“Nada de zigzaguear, si vamos anclados en nuestros principios, reafirmemos la decisión y el rumbo que hemos tomado desde que inició el gobierno. No a las medias tintas…”

“Está asegurada la continuidad con cambio, no hay nada que temer… Hagan lo que hagan no regresarán al poder los oligarcas”.

Esta es la tercera llamada a quienes tienen en sus manos los recursos humanos, financieros, tecnológicos y principalmente las representaciones institucionales, para hacer una urgente reflexión y análisis, a fin de dar el golpe de timón que nos permita cohesionar los esfuerzos ciudadanos que se vieron reflejados en las calles el 13 de noviembre del año pasado y el 26 de febrero del presente, para la defensa de nuestra democracia.

Como ellos, miles de mexicanos estamos dispuestos a multiplicarnos en la construcción de un mejor proyecto de país, con la inclusión de voces distintas y plurales que desean que esta pesadilla de gobierno concluya.

En lo que el presidente llama el "pueblo politizado", ya entendimos la perversidad de sus maniobras, que nada tienen que ver con el amor a México, sino con el ansia de mantener el poder a costa de lo que sea.

Adriana Dávila Fernández

Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad del Altiplano del estado de Tlaxcala. Su trayectoria profesional y política la ha desarrollado en los Poderes Legislativo y Ejecutivo Federales, así como en organizaciones de la Sociedad Civil.