Monterrey: golpe de agua

El deterioro irreversible de la calidad de vida de Monterrey y su área metropolitana es lo que está en juego en esta crisis de abasto y crisis de ineptitud estatal.

“No le llega el agua al tinaco”, solía escuchar a veces entre amigos en las reuniones cuando recordábamos a tal o cual amigo o conocido que no sólo había metido la pata en algo, sino que persistía en el error.

Es una frase amable cuando se usa entre cuates, pero lapidaria cuando se dirige a alguien más, por ejemplo, a un Gobernador de Nuevo León y su gabinete.

En cuestión de dos o tres semanas, el principal responsable de conducir los asuntos públicos nuevoleoneses por buen cauce, y de proveer lo necesario -que esté a su alcance y dentro de sus atribuciones- ha convertido a la Sultana del Norte en zona de desastre:

No hay suficiente abasto de agua para los hogares y la industria y, sobre todo, no sabemos a ciencia cierta cuál la razón de que las presas que abastecen agua a la metrópoli se hayan secado; me refiero a la causa profunda, ¿qué fue lo qué pasó?

A eso le llamo el golpe del agua: desde que asumió la titularidad del Poder Ejecutivo estatal en octubre pasado, Samuel García no había enfrentado un desafío de esta magnitud que lo puede llevara a naufragar -es un decir, porque no hay agua ni para eso- en la gestión estatal: la falta de agua le resta calidad de vida y competitividad a la Zona Metropolitana de Monterrey, le borra la faz de ciudad moderna y ultra urbanizada y nos regresa al estatus de lo que atinadamente la escritora Paz Flores llamó “La Ranchurbe”, allá por los años 90s: un pueblo con ilusiones de metrópoli.

Su respuesta parece la de alguien que da palos de ciego: ir a los ranchos aledaños a buscar tomas clandestinas, descubrir en el estadio de Sultanes un tubo sospechosamente grueso, presionar a los industriales a compartir el agua que utilizan, en fin, mucho ruido y nada de nueces: sigue faltando el agua en casa.

Pretextos y excusas abundan en el otro gran desastre que se empareja al del agua en esta administración estatal: la comunicación social.

Lo que el Dr. De la O hacía durante la pandemia de coronavirus en la administración pasada lo hace ahora Juan Ignacio Barragán, el director de Agua y Drenaje, en el tema del agua: uno los escucha y acaba más confundido de lo que estaba, y a veces hasta regañado.

Malo el cuento cuando los técnicos y especialistas en los temas problemáticos -coronavirus y agua- no logran convencer y tranquilizar.

Peor el cuento cuando esa ineficiencia alcanza niveles de Ligas Mayores con el Gobernador García: muy pintoresco al hablar, impredecible al actuar e incapaz de arreglar un café con leche -diría la raza del café- y lograr que salga agua de la llave en cada hogar.

No me creen mis amigos de otras ciudades mexicanas, mucho menos los de Estados Unidos, cuando les platico los pormenores de levantarse a las 5 de la mañana, a ver si ya llegó el agua, y empezar a llenar cubetas y recipientes, perseguir a los que venden tinacos, pagar las altas cuotas de plomeros para que te instalen la llave “check” (uno tiene que aprender hasta el argot) , vaya, ajustar hasta el ritmo biológico para zurrar entre las 4 y las 10 de la mañana de preferencia.

¡Oh sorpresa! Son las 7 de la mañana y de la llave sale un chorro, pero de aire, una trompetilla burlona que viene desde el Palacio de Cantera: “¡Toma tu agua, regio!”. Y si todavía no tienes tinaco y no llenaste cubetas porque te confiaste a las promesas oficiales, que te bendiga Dios, hermano regiomontano: un día de 40 grados a la sombra y sin agua, es una probadita del infierno.

Defiendo a mi ciudad como puedo, por eso me duele en el alma ver a la Sultana del Norte convertida en un lugar en decadencia.

Esto es grave: la falta de agua, la incapacidad de las autoridades estatales de lidiar con el problema y el desastre en la comunicacíón entre Gobernador y ciudadanos.

Cerca de mi colonia, al sur de la Ciudad, se llega a Laderas del Mirador, cuyas vecinas, bravas señoras que no se andan por las ramas, bloquearon el viernes 17 de junio, durante unas horas, la Avenida Lázaro Cárdenas (Las Torres) ante la falta de agua durante ¡10 días!, pero sobre todo, ante la indiferencia de las autoridades.

Hubo ese mismo día bloqueos en otras avenidas de la zona.

Vi en vivo el bloqueo por televisión, me impresiónó la firmeza de las señoras que no se arredraron ante los agentes de la Fuerza Civil y detuvieron el flujo de vehículos, en plena hora pico, en una avenida transitada. Desde mi sofá en casa, primero me pareció excesivo que hayan bloqueado la avenida, que perjudicaran a los automovilistas, alteraran el orden público, etcétera. 

No tardé, sin embargo, en darles la razón por una sola cosa:

La indiferencia con que son tratadas ellas por las autoridades por vivir en una colonia popular de nivel bajo en recursos. Suena duro, es cierto, pero ni cómo rebatirles.

Así que, vecinas de Laderas del Mirador, bravas mujeres de barrio, ustedes me dieron una lección: si no le jalamos las orejas al Gobernador, a sus técnicos y sus comunicadores, si no les gritamos sus verdades, si no sale más que aire y trompetillas de las llaves, no nos van a hacer caso.

Si un día me ven por la televisión con una llanta bloqueando Camino al Mirador, no me juzguen mal: sería por pura desesperación.

El deterioro irreversible de la calidad de vida de Monterrey y su área metropolitana es lo que está en juego en esta crisis de abasto y crisis de ineptitud estatal.

Señores: si no les llega el agua al tinaco, ¿con qué cara van a seguir en sus cargos?.

Rogelio Ríos Herrán

Egresado de la Licenciatura en Relaciones Internacionales por El Colegio de México (1981)  y desde 1994 se ligó a los medios de comunicación como comentarista y productor en Radio Nuevo León y la televisión pública y colaborador y columnista en periódicos en Nuevo León y Arizona y Georgia, en Estados Unidos. Durante más de 18 años se desempeñó como editor de opinión en el periódico El Norte (Grupo Reforma), en donde además durante 15 años fue un editorialista regular con análisis sobre coyuntura de política internacional, Estados Unidos y asuntos mexicanos. Desde 2019 y hasta 2021 colaboró en Grupo Visión de Atlanta, Georgia, y condujo el programa radial Un Café Con Atlanta.