No, gracias
Nos recuerda los primeros años de la pandemia del VIH.
En el caos de la desinformación y en la locura del presagio devastador.
Lo asumimos como castigo divino por nuestras conductas reprobadas.
Se les estigmatizo, como ahora se hace, con los enfermos del Covid-19.
La reclusión forzada, las continuas conferencias de prensa de los médicos sin la menor idea.
La liturgia de una misa apocalíptica.
A todos nos ha visitado el ángel exterminador.
Es tan preciso el filo del bisturí al dejar al descubierto a la ciencia.
No hemos avanzado, como lo asumimos, en tantos siglos después del renacimiento y la ilustración.
Aun ahora los casos de cáncer por enfisema pulmonar o de páncreas, es mayor a las defunciones del bicho oriental.
Las campañas para vacunar los variados sectores sociales por edad, demuestran la ineficiencia del protocolo remedial en fase tres.
Una semana y otra después, las farmacéuticas reconocen la necesidad de un tercer refuerzo en el mismo año, a los diagramas sugeridos.
El laberinto de las constancias para certificar al paseante, al trabajador o a quien decide esperar al siguiente año, nos recuerda las primeras páginas de San Juan en Patmos.
¿Ya te vacunaste?
No gracias.