Si amas a México
Al brinco del siglo XXI la grieta política se agrandó.
Pasamos de la simulación de las urnas al democrático descontento.
En un solo sufragio se legalizó el fraude del 88. Los vencedores desde la presidencia borraron cualquier indicio.
Luego enloquecieron en el poder. Pensaron de una forma transexenal. Con la figura de la esposa del expresidente Fox.
El Partido Revolucionario Institucional ha naufragado desde entonces.
Con breves momentos de resucitación. Como lo fue con la figura de la telepresidencia con Enrique Peña Nieto, su último virrey.
Todos los sectores del PRI, el campesino, el obrero, el trabajador, el hambreado por las prebendas y las frases de cuando la revolución nos hará justicia...
...ya no pueden sacar adelante ninguna elección.
Incluso con recursos de delitos de cuello blanco, como los substraídos de Pemex o donaciones sospechosas, como las de Karina Barrón a Alejandro Moreno, sin ser comprobables, al ser financiamiento líquido inaudible, salvo por las filtraciones de audio.
El PRI pasó de ser el famoso ogro filantrópico, útil para las simulaciones de progreso nacional, a un lastre de barco hundido, para las 34 familias más ricas y poderosas de México.
Con todos los defectos del mundo, se une al PAN de sus opositores y al PRD, de los descastados hijos del color de piel bronce.
Para cada año existe una condena. Esa es la consigna de los militantes. De llevar a Alejandro Moreno a la picota. Desplazarle del liderazgo de un presidente perdedor.