La ‘Apertura Ebrard’

No hay buenos jugadores de ajedrez que no reflexionen detenidamente cada movimiento de piezas.

La presentación en marzo al público lector de “El camino de México: una experiencia de vida”, de Marcelo Ebrard me recordó la famosa apertura española que, en un tablero de ajedrez, busca desde la primera movida de piezas (P4R) el control del centro del tablero, vale decir, del tablero político en México.

Aquí está sobre la mesa una propuesta de libro poco usual en nuestro país: no la memoria de un político sobre su pasado, sino la biografía de Marcelo con vista a su futuro político. 

Nada de lo que he leído sobre anteriores aspirantes presidenciales se equipara a este libro, pues esas obras, como un libro que lanzó AMLO con su plataforma de campaña (“2018: La Salida. Decadencia y Renacimiento de México”) u otra de Ricardo Anaya (“El pasado, presente y futuro de México”, 2020) se limitaban a lanzar una propuesta política, pero nunca una narración de vida privada y pública entrelazadas.

“El camino de México”, da para viarias lecturas.

La primera de ellas la hago como editor en las siguientes reflexiones:

  1. A la manera de Ron De Santis (“The courage to be free”) y Mike Pompeo (“Never give an inch: fighting for the America I love”), dos aspirantes presidenciales republicanos en Estados Unidos 2024 que ya lanzaron al público sus propios libros, Ebrard se suma a esa práctica político-literaria norteamericana que da buenos dividendos: cada político ubica a su libro como el referente central de la discusión pública en torno suyo. El testimonio por escrito alivia la tensión de las improvisaciones en conferencias de prensa o entrevistas con periodistas avezados en las cuales, en cualquier momento, se puede dar un traspié.
  2. Para la editorial Penguin Random House Grupo Editorial y sus editores abre también una veta novedosa en México: la publicación de libros como herramientas de campaña y testimonios sólidos de las vidas e ideas de los políticos aspirantes el 2024 al máximo cargo: la presidencia de su país. Al aplicar estándares rigurosos de edición y no aceptar cualquier texto, el reto para quien intente publicar su libro es muy desafiante: tener algo interesante qué contar y contarlo de manera amena, coherente y atractiva, ¿quién da más?
  3. Desde ahora y con su libro, Ebrard pone la vara muy alta para los demás aspirantes de Morena o de cualquier otro partido: ¿qué hay en sus vidas que merezca contarse? ¿Cómo se han formado en lo personal? ¿Qué libros y personas influyeron de manera decisiva en sus decisiones de entrar al servicio público? ¿Qué pueden contar Adán Augusto, Claudia, Ricardo o Fernández Noroña que esté al nivel de lo que relata Ebrard?
  4. Escribir bien es un reflejo de pensar con claridad y con coherencia. Marcelo lo hace muy bien y entre editores siempre se agradece un texto bien redactado, un libro ordenado en sus partes. Al dedicarle más de 200 de 300 y pico de páginas a la parte “Mi Ayer” por sobre “Mi Ahora” y “Lo Que Sigue”, es muy clara la intención del autor de revelar aspectos de su ascendencia familiar, estudios y matrimonios, la admiración por sus profesores universitarios (Manuel Camacho en especial), que destacan las cualidades que como persona le dan la confianza suficiente para aspirar a cumplir su sueño presidencial. El material adicional de fotografías familiares y notas de preparatoria, por ejemplo, son un gran complemento al libro como un producto editorial muy bien logrado entre editores y el autor.
  5. Ebrard advierte desde el prólogo lo siguiente: “Hay jirones de mi vida que me atrevo por primera vez a mostrar, persecuciones que he vivido, traiciones y también momentos muy emotivos desconocidos. Quienes me conocen saben que soy muy hermético y me cuesta muchísimo hablar de mí mismo”. Abrirse de tal manera a la opinión pública implica, en nuestro país, riesgos elevados al autor y a su familia. Para muchas personas, exponerse públicamente es hacerse vulnerable si dicha exposición es mal recibida por el público. La apuesta es muy grande y Marcelo ya la hizo con su libro; de nuevo, es algo que no se ve con frecuencia en México.
  6. ¿Qué caso tiene publicar un libro en un país en que se lee poco? La gran masa de votantes no lee, me dicen algunos colegas. No estoy de acuerdo. Tiene todo el sentido del mundo: aunque la gran masa no lea, la masa crítica y quienes toman decisiones importantes en la nación sí leen, como lo hacen además corresponsales de medios del exterior y buena parte de la clase media mexicana. El valor testimonial es elevado para el trabajo periodístico y tanto seguidores como detractores de Ebrard harán sus debates en torno a este documento central.

La “Apertura Ebrard”, como la apertura española, busca llevar el debate público al centro del tablero.

Involucra su ataque a cada una de sus piezas que deberán coordinar sus movimientos y obliga al jugador oponente a jugar en el centro, no en los bordes del campo de batalla. 

Eso hace mucha falta en México:

Recuperar el centro como terreno de negociación política, y aplicar el conocimiento, la inteligencia y experiencia a la estrategia política.

No hay buenos jugadores de ajedrez que no reflexionen detenidamente cada movimiento de piezas.

Échele un vistazo a “El Camino de México”, una obra novedosa en varios sentidos para la crítica y reflexión. Seguiré comentándola en entregas posteriores, pues hay una parte muy interesante sobre la recuperación de la clase media mexicana.

Rogelio Ríos Herrán

Egresado de la Licenciatura en Relaciones Internacionales por El Colegio de México (1981)  y desde 1994 se ligó a los medios de comunicación como comentarista y productor en Radio Nuevo León y la televisión pública y colaborador y columnista en periódicos en Nuevo León y Arizona y Georgia, en Estados Unidos. Durante más de 18 años se desempeñó como editor de opinión en el periódico El Norte (Grupo Reforma), en donde además durante 15 años fue un editorialista regular con análisis sobre coyuntura de política internacional, Estados Unidos y asuntos mexicanos. Desde 2019 y hasta 2021 colaboró en Grupo Visión de Atlanta, Georgia, y condujo el programa radial Un Café Con Atlanta.