El Antropoceno Algorítmico: Una Reflexion sobre la Posmodernidad y la IA
Pero ahora, un término acuñado en los 1960s y 1970s como es la "Inteligencia Artificial" (IA) no solo es un asunto de eficiencia, sino toda una narrativa que se entrelaza con una era de supuestos cambios e imposiciones, que más que representar oportunidad para mejorar solo buscan perpetuar un estado de cosas a todas luces carente de viabilidad como para atajar los problemas y riesgos que ya están a la vista.
De ellos, el más presente es la necesidad de modificar la matriz energética basada en combustibles fósiles.
La inteligencia es un término y un concepto de origen relativamente reciente, muy atractivo como cualidad pero lleno de contradicciones.
Es uno de los constructos psicológicos más ambiguos y confusos que, sin embargo, ha sido objeto de las más variadas interpretaciones y cuyo uso ha conducido a grandes errores.
La inteligencia, como la conciencia, despiertan un intenso interés y aún escapa a todo intento de definición.
La inteligencia, según Woody Allen, es la capacidad de fingir ser "imbécil" para adaptarse, mientras que lo contrario, fingir ser inteligente, no es posible.
De acuerdo con Kant, la inteligencia es la medida de la incertidumbre que somos capaces de manejar. Para Stephen Hawking, la "inteligencia es la habilidad de adaptarse a los cambios" (Hawking, 2017).
Existe una gran variedad de definiciones del término y todas involucran verbos (comprender, razonar, interpretar, etc.) que no hacen sino más grande el vacío.
En la naturaleza no existe ningún concepto o aparato como los que hemos desarrollado los humanos, aparatos que se agregan a los que también creamos en razón de nuestra necesidad de persistir y prevenir como cualquier otra especie viva.
Esos instrumentos intelectuales se destinan a la búsqueda de algún sentido al transcurso que le llamamos vida.
En la segunda mitad del Siglo XX ocurrió la explosión de las tecnologías de información y la aplicación de la estadística multivariable a los datos, esos que dejamos como residuo de nuestra actividad.
La ciencia de los datos permitió el hallazgo de patrones característicos y segmentados de todo tipo. Al aplicar esas técnicas algorítmicas de "minería de datos" a las redes en la web, usando métodos supervisados y no supervisados, resultó casi obligado que se derivarán cierto tipo de "aprendizajes de máquina" sobre los patrones repetitivos detectados y su verosimilitud con la "realidad".
Hasta aquí no hay nada de "inteligencia" en estos procesos, lo que sí hay es intrusión y plagio de bases de datos de todo tipo.
Esos algoritmos son libres (open source) y sus bases fueron diseñadas hace bastante tiempo, pero su conocimiento (estadística multivariable) es complejo para el estándar educativo común de las personas (Han et al., 2011).
Ante las dificultades para que las personas puedan entender y dominar esos algoritmos, expertos en el campo se han unido para formar sendas empresas que entregan productos a modo y al alcance del dinero.
Descubrieron una mina inagotable y un poder sin límites para influenciar el pensamiento de los seres humanos que poco a poco van dejando atrás sus habilidades de análisis crítico.
La Inestabilidad como Herramienta del Poder
A medida que avanzamos en la era que hemos definido no solo como Antropoceno en sentido geológico, sino también como una condición posmoderna de inestabilidad, fragilidad y saturación de datos, se hace evidente la necesidad de un replanteamiento radical del saber filosófico, para el Antropoceno Algorítmico.
Transitamos sobre un trazado inquietante: la erosión de la verdad y del pensamiento crítico, orquestada por una dinámica de poder que utiliza el caos y la tecnología para mantener un estado de irreflexión generalizada.
Esta reflexión compila y articula los puntos centrales, explorando cómo la sabiduría heredada ya no nos equipa para enfrentar un presente donde la percepciòn de la realidad es en si misma un campo de batalla.
La premisa inicial, inspirada en las ideas de Foucault, sostiene que todo saber y entender está ligado a una red de poder y viceversa. En la actualidad, esta relación adquiere una nueva dimensión.
Lejos de ser un fallo del sistema, la inestabilidad del mundo humano se convierte en un recurso estratégico. { Rodriguez, Teofilo,1995}
El poder nos somete a una dinámica vertiginosa y sin sentido que nos mantiene en un estado constante de reacción.
Esta aceleración impide la reflexión y la evaluación crítica, permitiendo que problemas graves; como la incompetencia de las organizaciones y sus líderes visibles para atender crisis reales; sean minimizados o, llanamente ignorados.
En este entorno, se nos enseña a aceptar el mundo "tal como es", descartando los ideales o valores para no cesar en la construcción de futuros mejorados y obligándonos a adoptar una óptica de valoración instantánea que, de todos modos, será muy pronto reemplazada a conveniencia por otra.
La Devaluación y Obsolescencia de la Verdad
La consecuencia más directa de esta dinámica es la devaluación de la verdad, en un mundo donde la inestabilidad es la norma, la noción de una verdad sólida y demostrable pierde su sentido.
El poder no necesita una verdad única, sino un flujo constante de "verdades alternativas" para capturar y convencer a cada segmento de público escogido como blanco.
Estas narrativas efímeras no requieren demostración, pues su valor no reside en su solidez científica, sino en su utilidad temporal. Su fecha de caducidad es un rasgo de diseño, no un error.
Esta dinámica anula la esencia misma del pensamiento filosófico y científico, que se basa en la búsqueda paciente y rigurosa de la verdad. Si la verdad es desechable, el esfuerzo por encontrarla se vuelve inútil.
El Nuevo Campo de Batalla: Mercados, Algoritmos y Percepción
El campo de batalla del poder ya no es ideológico o territorial; es el control y manipulación de la percepción a través de la modelación de mercados de consumo. Los agentes del poder luchan por dirigir nuestras decisiones cotidianas a través de algoritmos que detectan y, crucialmente, moldean nuestros patrones de comportamiento.
En este nuevo juego, el éxito no se mide por la satisfacción real de los ciudadanos o consumidores, sino por una "impresión modelada" de la realidad que internalizamos bajo la influencia de las dosis de información que recibimos.
El poder se ejerce no solo a través de la imposición de narrativas, sino también a través del control de la información que consumimos y de las decisiones que tomamos, incluso las más triviales.
Un ejemplo de ello es el debate sobre la posible influencia de las fake news dictadas con precisiòn en la política (BBC, 2016; Brookings, 2017).
La IA como Agente de Anulación del Pensamiento Crítico
La inteligencia artificial es el instrumento que cataliza y perfecciona este proceso. Sin embargo, la llamada IA no es tan inteligente ni tan artificial.
En realidad, está profundamente arraigada en los patrones de pensamiento humanos de quienes diseñan y gestionan los algoritmos, que estudian los residuos del agenciamiento humano en forma de datos y los patrones asociados que dejamos todo el tiempo en la web.
La IA, por tanto, no es una entidad neutra, sino un reflejo de sesgos y lógicas preexistentes, esta IA, al reemplazar nuestra capacidad para el pensamiento crítico, provoca el anquilosamiento de las habilidades de análisis y cuestionamiento, externalizadas a los arquitectos de redes y diseñadores de algoritmos.
Estos individuos se convierten en los nuevos sacerdotes que deciden qué información se nos muestra y cómo se nos presenta, actuando como guardianes de esta realidad fluida.
La falta de comunicación cara a cara y el intercambio de proposiciones para contrastar ideas en las redes sociales refuerzan este aislamiento, disolviendo la comunidad y permitiendo que cada individuo viva en una burbuja de "verdad" reforzada por su algoritmo.
El Ejemplo a la vista: El Cambio Climático
El corolario más claro y escalofriante de este nuevo paradigma es la facilidad con la que un problema existencial como el cambio climático puede ser redefinido.
Si la verdad es una narrativa maleable, un líder puede simplemente declarar que el cambio climático no es un riesgo agregado por la actividad humana.
La solución no sería invertir en la mitigación, sino aceptar que los desastres son inevitables y enfrentarlos solo cuando ocurran, esta narrativa, funcional al poder y a los intereses económicos, anula cualquier preocupación o responsabilidad.
Demuestra que, en este "nuevo estado de cosas", el poder puede reescribir la realidad en la conciencia colectiva, aunque el problema persista en el mundo real.
En conclusión, la era del Antropoceno Algorìtmico , definida por la inestabilidad y la IA, nos obliga a enfrentar un "reinicio de la filosofía" en el que la verdad, el pensamiento crítico y la capacidad de cuestionar se han convertido en productos desechables.
El campo de batalla se ha movido al terreno de la percepción algorítmica, y nuestra principal tarea es discernir si la coherencia que nos venden a cambio de nuestra libertad intelectual merece la pena.