Ellas Hablan - Woman Talking / EUA, 2022
La película Ellas Hablan un grupo de mujeres menonitas deciden ante ellas y sus creencias si deben huir, quedarse o perdonar a un grupo de hombres de su comunidad que ha abusado de ellas por tiempo, y es el momento de tomar las riendas de la vida.
El evento del que somos testigos es el expresar de las voces de estas mujeres mientras reflexionan todos los aspectos que van desde considerar si su vida ha sido inútil, si vale la pena seguir o si de verdad “allá afuera” existe un mejor futuro para ellas.
La directora Sarah Polley, trabajando su propia adaptación del libro de Miriam Toews que trata sobre un evento real que aconteció entre el 2005 y 2009 en una comunidad ultraconservadora menonita en Bolivia, donde las mujeres que oscilaban entre los 6 y 60 años eran violadas por hombres y luego acusadas de estar soñando o si terminaban embarazadas era producto del diablo.
La historia real es más dramática, puesto que las autoridades bolivianas son las que tuvieron que entrar al quite ayudando a las mujeres, castigando al final a los violadores.
El montaje en pantalla grande de la directora es un montaje largo sobre precisamente que hay en la mente de cada mujer.
Rooney Mara, Claire Foy, Jessie Buckley, Judith Ivey, Sheila McCarthy y Michelle McLeod son parte del grupo de mujeres maduras y niñas que se abren ante el espectador. El único hombre presente es el maestro de la comunidad August (Ben Whishaw) que literalmente sólo tiene permiso para ser espectador.
El tema es muy fuerte, pero parece que la directora optó más por el ejercicio de estilo que por lograr transmitir un mensaje potente.
Como escribí arriba, la historia real fue fuerte y contundente. Las violaciones no sólo abarcaban a mujeres, sino hasta niños.
Pero la película se esmera en transmitir una y otra y otra vez un mensaje que paulatinamente se va perdiendo por lo largo y la verdad, a veces aburrido. Hasta un par de niñas de repente lo dicen “qué aburrido es todo esto”. Pues así lo confeccionó la directora Polley.
A veces no se puede estar sólo escuchando sin poder ver el ejemplo de qué estaba pasando en la colonia menonita. Hay que conocer la cara del mal y ver su cinismo para poder estar solidariamente de lado de estas mujeres.
Las mujeres, para ser analfabetas, parecen emanadas de las páginas de algún drama de Shakespeare por su profundo pensar filosófico y actuar contra el destino manifiesto.
Y el universo donde vivien se contradice sólo. Ni una colonia amish o menonita que basan su existencia en la Biblia, Dios y Cristo serían tolerante en lo absoluto a una niña que decide cambiar su género al de un hombre.
Pero no es el punto de la película.
Los parlamentos a veces evaden meterse al meollo del asunto porque se inclina a esa filosofía de las mujeres presentes y hacia donde va la historia al final cuando vemos a todas las mujeres sonrientes y felices porque tomaron una decisión.
El filme se torna así, sobre la decisión que van a tomar para que sus vidas trasciendan, es por cuestión entre ellas, de que las mujeres se pongan de acuerdo y limen sus corajes y asperezas porque saliendo unidas se puede conquistar el mundo.