¿Hogar dulce hogar?
Después de casi cuatro meses de escapar del frío y los cambios climáticos propios de la temporada, regreso al terruño.
Lo primero que veo y respiro es la tremebunda contaminación del área metropolitana de Monterrey. La calidad del aire asfixia.
Habrá algunos que crean que tienen los pulmones blindados. No es mi caso.A todos afecta la nauseabunda calidad del aire. La salud pública está en riesgo por el nuevo tabaco.
pero también tengo tristeza de vivir en una ciudad que cobra una factura muy alta por su desarrollo y modernidad.
La pandemia es un problemón que estamos enfrentando y ojalá pronto lleguemos a la inmunidad de rebaño, sin embargo, hoy por hoy, debido a la adversidad y al duelo cotidiano, nos hacemos de la vista gorda frente a la mortífera calidad del aire del área metropolitana.
CATACLISMO ATMOSFÉRICO
La Organización Mundial de la Salud, OMS, estima que anualmente mueren más de 7 millones de personas en todo el mundo por los efectos nocivos de las finas partículas contenidas en el aire.
Accidentes cerebrovasculares, cardiopatías, cáncer de pulmón, neumonía, asma, anginas, enfermedades neurodegenerativas, hipertensión, problemas bronquiales, arterosclerosis, entre otras enfermedades cardiovasculares, están relacionadas a la contaminación.
El peligro es garrafal y no hay quien esté frenando el cataclismo atmosférico.
Ni la industria regia, ni los tres niveles de gobierno, ni la ciudadanía.
Al contrario, el brete se agudiza día a día. A todo se acostumbra uno, menos a no comer y tal parece que nos hemos habituado a ver el cielo gris. De noche no lo vemos, pero el aire letal sigue ahí, debilitando la salud.
¡Ay mi Monterrey querido! En mi canto ya me despido / cantando este corrido / que es de puro Monterrey / ese suelo tan bendecido / por ser el más querido / sí señor / verdad de Dios que sí.