Miradas marchitas

• Las que provoca Enrique de la Madrid por haber quedado fuera de la final contra Xóchitl Gálvez por el lado del Frente Amplio por México.
• Beatriz Paredes comiéndose su orgullo de guerrera tlaxcalteca ante el entreguismo de un partido político que no la merece. ¿La merecerá Morena? No lo sé.

• Confundir el sanitario con el santuario.

• Ebrard, Adán Augusto, Monreal, Fernández Noroña y el verde Velasco, dándose cuenta de que Claudia será la ungida por el lado de Morena y sus aliados.

• No saber la diferencia entre afiliar, afilar o enfilar.
• Obsesionarse con la vida sexual de las mujeres... siendo que eres de quienes menos sexo tienen.
• Tener en el bostezo y el estornudo tus únicos orgasmos.
• Ser cheerleaders de Francisco Javier García Cabeza de Vaca, al contar sus anuncios panorámicos, calcular lo que le están costando y apoyarlo pro-bono, a pesar de pagarle una fortuna a Coello Trejo. A él sí y a ti ni madres.

• No conformarte con ser obsoleto, pues ahí sigues, regando la polilla y el alcanfor de tus años y tus garras, respectivamente.
• No entretener ni entusiasmar a quienes te escuchan una y otra vez las mismas anécdotas de tu vida. Es que los que te rodean son benévolos, misericordiosos y magnánimos, pero no abuses.
• Sentirte devastado por comer una hamburguesa sin papas fritas.
• Creer que sabes todo sobre mí y yo ni siquiera pienso en ti. Es más, ni te hago en este mundo.
• Darte cuenta de que ya ni para pelear se me antoja estar contigo.
• Conformarte con mirar a través de una rendija pudiendo hacerlo a través de una puerta. Claro, tendrías que abrirla primero, pero no eres aspiracionista.
• Trabajar en los muelles y ser malo para contar chistes de gaviotas.
• Salir de visitar a un familiar en el penal y pensar que los prisioneros tienen al menos un poco de sol y de ejercicio al día... y eso, a veces.
• Darte cuenta de que tu principal pasatiempo es fastidiar a otros.
• Ser presidente, no traer ni $200 en la bolsa y no poder amarrarle las manos a tanto rata que hay en tu gobierno. Ese no sería problema. Sí lo es -en cambio- haber prometido durante tu campaña, acabar con la corrupción.

• Abrir un libro de texto y no saber si estás en un salón de clases, en una sesión de brujería o de espiritismo.

• Después de leer uno de los nuevos libros de texto, no atinarle a decirles "mamá" o "papá" a la pareja de un solo sexo que te adoptó hace 5 años.

• Presumir que escribes en El Norte y no tener el valor de poner tus apellidos en el chat donde defiendes los libros de texto.

• Hacerte güey cuando te preguntan si tú y tus hijos son de escuelas públicas o privadas. Ah, seguramente son de privadas y por eso defiendes los nuevos libros de texto. Mira tú, qué listo me "salistes".

• Andar de mitotero en la pre pre pre campaña de un bando y del otro, y no saber si eres trapeador o trepador.
• Aplaudirle cual foca loca a López Obrador por la paridad del peso frente al dólar. Hasta dan ganas de recomendarte: ándale, ve, prepárate una sopa del billete verde y luego nos platicas a qué te supo.
• Ser pisoteados por propios y extraños y mantener intacto tu candor virginal.
• Que te llamen "emérito" porque aún no te mueres y cuando te hayas ido de este mundo, no te van a decir "benemérito".
• Investigar o mínimo consultar en el diccionario, la mitad o más de las palabras que lees.

• Tener en tu empresa una estabilidad laboral igual o peor a las de los negocios somalíes.

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• Subirte a un bote y de pronto, el lanchero te dice que ni siquiera tienes derecho a remar.
• Escuchar que te dicen "dama" solo cuando demoras más de la cuenta en descargar tus compras en la caja del super.
• Agradecer por el ruido que recibes en lugar de aplausos.
• Descubrir muy tarde la diferencia entre "reliquia" e "ícono", siendo que te han dicho muchas veces que eres una "reliquia" y hasta las gracias dabas.
• Cumplir el requisito para que te dieran un empleo: Haber nacido. Bueno, también el de respirar.

Dicho lo anterior, concluyo con esto:

• No importa si merezco o no a mis lectores. Los necesito.
• Son mi sangre. Mi vida.
• Escribir todos los días es la razón por la que abro los ojos cada mañana.
• Detoné este negocio porque amo al periodismo.
• El Norte es mi Alma Máter y lo defiendo más que muchos de quienes todavía trabajan ahí.
• Quiero hacer textos vigentes, disruptivos, irreverentes, pero no necesariamente quiero complacer a mis lectores. Quiero provocarlos a que se cuestionen.
• Quiero describir los hechos de manera diferente a como otros lo hacen.
• La verdad como concepto, es para mí una quimera. No presumo -como otros- que la tienen. Yo la busco y muchas veces no la alcanzo. Pero la busco.

Cajón de sastre:

Querido lector, espero haberme ganado el privilegio de tu tiempo.

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